Ante el avance ruso sobre Crimea, la OTAN realizó ayer una reunión de emergencia en Bruselas, mientras Estados Unidos, Gran Bretaña y Francia debatían sobre la posibilidad de boicotear la cumbre del G-8 que se realizará en junio en el balneario ruso de Sochi o incluso contemplaban sancionar económicamente al Kremlin.
En alerta, el gobierno interino de Ucrania, que sucedió al depuesto Viktor Yanukovich, anunció la movilización de un millón de reservistas ante lo que consideró una "declaración de guerra" de Rusia.
Te puede interesar...
Nada de eso inquietó a Putin. Sin episodios de violencia, las tropas rusas, las fuerzas de autodefensa e incluso los cosacos continuaron ayer la ocupación de objetivos sensibles en Crimea y cercaron bases militares ucranianas.
Unos mil hombres armados bloquearon el ingreso a la base de la armada ucraniana de Perevalne, localidad vecina a Simferopol, para forzarlos a rendirse. Otros 400 marinos ucranianos fueron sitiados en su base de Feodosia, a 200 kilómetros de Simferopol, y la 36a. brigada del ejército ucraniano estaba bloqueada en las afueras de Simferopol por unidades especiales rusas.
Desde hace años que Rusia amenaza con reclamar Crimea, que fue parte de su territorio hasta 1954. Su flota del Mar Negro tiene su sede allí y el 60% de los habitantes se identifican como rusos.
Las acciones de la maquinaria militar rusa endurecieron ayer a las potencias occidentales, que lanzaron severas advertencias al Kremlin.
El secretario de Estado norteamericano, John Kerry, acusó a Moscú de perpetrar un "increíble acto de agresión" al desplegar sus tropas en Ucrania, al más puro estilo de "una nación del siglo XIX", y advirtió que la Casa Blanca y sus socios del G-8 (Alemania, Canadá, Francia, Italia, Japón y Gran Bretaña) están dispuestos a "llegar hasta el límite" para aplicar un amplio abanico de sanciones económicas
"Si Rusia quiere seguir siendo miembro del G-8, debe comportarse como un miembro del G-8", agregó Kerry, que dijo que Washington analizaba el boicot a la cumbre de ese grupo en Sochi, a orillas del Mar Negro, y anunció que mañana viajará a Kiev.
Horas después, Estados Unidos, Canadá, Gran Bretaña y Francia suspendieron su participación en las reuniones preparatorias de la cumbre agendada para junio próximo, mientras Alemania reforzaba la apuesta diplomática con un contacto directo entre Putin y la canciller Angela Merkel.
Tras plantear las violaciones de las leyes internacionales por parte de Rusia, Merkel le ofreció al líder ruso crear de inmediato una misión para analizar la situación, así como un grupo mediador de la Organización para la Seguridad y la Cooperación en Europa (OSCE), para comenzar un diálogo político.
Putin aceptó la salida de Berlín luego de aclararle a Merkel que los acontecimientos ocurridos en la península de Crimea y en toda Ucrania representan un peligro para la vida de ciudadanos rusos y de la población de habla rusa y de asegurarle a la canciller que las medidas adoptadas por el Kremlin hasta el momento son moderadas y procuran estabilizar la situación.
La OTAN, por su parte, pidió el despliegue de observadores internacionales en Ucrania para resolver la crisis pacíficamente y exhortó a Rusia a retirar sus tropas, al mismo tiempo que mantuvo abierta la puerta al diálogo con Moscú.
En medio de deserciones de soldados y altos oficiales hacia las filas rusas y dirigiéndose en inglés, el flamante primer ministro de Ucrania, Arseni Yatseniuk, hizo un llamado desesperado a la comunidad internacional. "Si el presidente Putin quiere ser el presidente que empezó una guerra entre dos países vecinos y amigos, está a punto de lograr su objetivo. Estamos al borde del desastre. Estamos en alerta roja -dijo el premier-. Esto no es una amenaza, es de hecho una declaración de guerra contra mi país."
A la pérdida del control de Crimea y la invasión de tropas rusas se sumaron ayer la defección del jefe de la armada ucraniana, Denis Berezovski, que juró lealtad a las autoridades prorrusas de Crimea. El presidente interino ucraniano, Alexander Turchinov, había nombrado comandante naval a Berezovski anteayer.
Unas 50.000 personas se congregaron ayer en la plaza de la Independencia de Kiev para pedir el respaldo de Occidente. "No nos rendiremos", coreaban.