Además, se constató que la ventilación en el lugar era prácticamente nula, una combinación que, según explicaron fuentes investigativas, podría haber sido letal. La acumulación de monóxido de carbono habría derivado en un fenómeno conocido como smouldering, una combustión lenta sin llamas pero con altísima temperatura, capaz de derretir materiales desde el techo hacia abajo.
“Las manchas de hollín eran homogéneas y llegaban hasta la mitad de las paredes. Eso indica que no hubo llamas abiertas”, explicaron los peritos tras la inspección.
La secuencia reconstruida hasta ahora indica que Gabriela se habría ido a dormir con la cocina encendida, y alrededor de las 8:20 de la mañana estuvo conectada a su teléfono. Se sospecha que alcanzó a despertarse, intentó abrir una ventana, sin éxito, y se descompensó antes de poder salir. A las 9, aproximadamente, se habría producido el punto de ignición.
“Todo indica que no hubo intervención de terceros”, señalaron desde la UFI, aunque aclararon que aún esperan el informe técnico final de Bomberos para confirmar la hipótesis.
El caso impacta no solo por su crudeza, sino también por lo inesperado: una combinación de factores domésticos comunes, en un espacio cerrado, derivó en una tragedia. Las autoridades recuerdan la importancia de ventilar adecuadamente los espacios cerrados, sobre todo cuando se utilizan aparatos de combustión a gas.