Sin embargo, hasta el día de hoy, se sigue escuchando la teoría de que podría haber habido un disparo dentro del avión de Gardel. De hecho, en la autopsia encontraron una bala alojada junto al pulmón del cantante. Y, dada su fama de mujeriego, hasta se llegó a especular con una posible venganza de alguno de los que se encontraban en la nave, originada en un “problema de polleras”. Pero la realidad es que Carlitos llevaba esa munición en su cuerpo desde los 25 años, más precisamente desde el 16 de diciembre de 1915, cuando en medio de un festejo en el Palace de Glace recibió un tiro por parte de un hombre llamado Roberto Guevara. En ese momento salvó su vida. Y los médicos entendieron que lo más prudente era no intentar extirpar el proyectil.
También se habló de una supuesta competencia entre los pilotos de ambos aviones: Ernesto Samper Mendoza, quien recientemente había traído la nave en la que estaba Gardel de los Estados Unidos, y el alemán Hans Ulrich Thoms, comandante del otro trimotor que estaba esperando su turno para el despegue. Dicen que el primero habría pasado peligrosamente cerca del segundo a modo de provocación y no por las condiciones del suelo. Y que, por alguna extraña razón, después de un primer intento de carretear, cuando el banderillero Antonio Arango le dio la orden de detenerse, aceleró y se desvió hasta embestir de frente contra el otro aeroplano, que habría invadido el campo de despegue. Ninguno de los dos pudo ser imputado por el siniestro, ya que ambos estaban muertos. Así que la causa se cerró sin más.
Muchos años más tarde, sin embargo, una investigación privada publicada por la Fundación Internacional Carlos Gardel (FICG) en el libro Vuelo siniestro, llegó a la conclusión de que Samper Mendoza, quien pertenecía a una familia ilustre y quería llevar personalmente a Gardel, había separado al piloto a cargo del vuelo para ocupar su lugar. Esto a pesar de que, supuestamente, su licencia no lo habilitaba para ese trayecto y venía de un almuerzo en el Club Social de Medellín en el que había bebido mucho alcohol. Fue por eso que, en lugar de ir con el copiloto oficial que se negó a viajar con él, llevaba de acompañante a Willys Beninngton Foster Stuart, un operador de radio y aprendiz de mecánico con escasa experiencia que no habría accionado a tiempo la palanca para levantar la cola del avión.
No obstante, también se mencionó una posible falla en el motor del avión en el que iba el cantor. El propio manual de este modelo de trimotor hablaba de las fallas que podrían suceder durante el carreteo y señalaban, claramente, que frente a esta situación el piloto debía abortar el despegue. Pero Samper Mendoza era uno de los accionistas de la empresa SACO y se especula con que, quizá, no haya querido dar una mala imagen de su aerolínea teniendo en cuenta que llevaba un pasajero de fama internacional y que los ojos de todo el mundo estaban puestos en ese vuelo. Cabe señalar que, además, había una contienda entre esa compañía, que había sido creada para competir con la alemana SCADTA luego de que ésta no aceptara ser comprada por el gobierno de Colombia. Y había una cuestión de prestigio y confiabilidad en juego.
Así, contiendas personales, encubrimiento político o intereses económicos terminaron condimentando una tragedia, en la que muchas familias terminaron llorando por la pérdida de sus seres queridos. Tal como le ocurrió a Berta Gardés, madre de Carlitos, quien nunca pudo superar el dolor por la prematura partida de su único hijo.“Para mí no ha muerto. Siempre lo espero, como siempre. Y me parece que le voy a llevar su matecito a la cama, como hacía antes, para despertarlo”, decía en una cinta en blanco y negro perteneciente al mediometraje Criollitas y Zorzales, fimado tiempo después del fallecimiento de Gardel.