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Burnout o Síndrome del Quemado: los síntomas del agotamiento laboral

Estrés, ansiedad, cansancio, desconcentración, desgaste mental o agotamiento laboral. Son algunos de los síntomas con los que se distingue el Síndrome del Quemado o también llamado Burnout. Están todos relacionados directamente con el trabajo o con el ámbito laboral. Provoca sensaciones negativas y por eso también se lo denomina síndrome del trabajador quemado o síndrome de desgaste profesional.

Burnout es un término anglosajón que deriva de la expresión “estar quemado”. Es cuando una persona tiene un desgaste profesional que se ve reflejado en un estado de agotamiento físico, mental y emocional causado por el estrés y la ansiedad que surge en la actividad laboral.

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En el año 2000, la Organización Mundial de la Salud reconoció el estrés laboral como un factor de riesgo. Y es que esta situación puede afectar de forma diferente a cada persona. Por ejemplo, la OMS indica que “puede dar lugar a comportamientos disfuncionales, a contribuir a la mala salud física y mental; pueden originar problemas psicológicos, trastornos psiquiátricos y terminar en situaciones de ausentismo laboral”.

Recién en 2019 el Síndrome de Burnout fue reconocido dentro de la Clasificación Internacional de Enfermedades, en su revisión número 11. Fue así que la OMS reconoció el “Síndrome de Burnout o de desgaste profesional” como una patología asociada al agotamiento mental, emocional y físico causado por el trabajo.

Burnout o Síndrome del Quemado: las causas que lo provocan

Sus causas no están 100% determinadas. Sin embargo, suele estar relacionada con situaciones de estrés laboral que implican una alta exposición y exigencia frente a la atención al público, servicio al cliente, asistencia médica y/o enseñanza.

También con jornadas laborales extendidas, cargos con elevados niveles de responsabilidad, trabajos monótonos, pésimo clima laboral, ausencia de comunicación, falta de programas de bienestar laboral, ausencia de motivación, problemas de relaciones en el trabajo, baja remuneración salarial, entre otros.

La Organización Mundial de la Salud lo define como “el resultado del estrés crónico en el lugar de trabajo que no se ha manejado con éxito”. Y lo caracteriza por tres dimensiones: sentimientos de falta de energía o agotamiento; aumento de la distancia mental con respecto al trabajo, o sentimientos negativos o cínicos con respecto al trabajo y eficacia profesional reducida.

La OMS, además, hace énfasis en que “el síndrome de desgaste ocupacional se refiere específicamente a los fenómenos en el contexto laboral, y no debe aplicarse para describir experiencias en otras áreas de la vida”.

Hay señales que aparecen e indican que es necesario consultar a algún especialista. Hay que tener en cuenta que también hay algunos signos de alarma que se pueden considerar como parte de un cuadro clínico que necesitará supervisión de un médico o psicólogo.

Burnout o Síndrome del Quemado: cuándo consultar a un especialista

Negación.

Aislamiento.

Ansiedad, miedo o temor.

Depresión (signo más frecuente y peligroso ya que puede llevar a problemas mayores).

Ira, rabia.

Adicciones.

Cambios en los hábitos de higiene y arreglo personal.

Pérdida de la memoria y desorganización.

Cambios en el patrón de alimentación, con pérdida o ganancia de peso exagerada.

Dificultad para concentrarse.

Cambios de personalidad, culpabilidad y autoinmolación.

Trastornos del sueño.

Burnout o Síndrome del Quemado: los cuatro niveles

Leve: quejas vagas, cansancio, dificultad para levantarse a la mañana.

Moderado: cinismo, aislamiento, suspicacia, negativismo.

Grave: enlentecimiento, automedicación con psicofármacos, ausentismo, aversión, abuso de alcohol o drogas.

Extremo: aislamiento muy marcado, colapso, cuadros psiquiátricos, suicidios.

Los especialistas aseguran que combatir el síndrome de desgaste profesional o agotamiento en el trabajo es posible. Eso sí, advierten que empresas y trabajadores deben poner cada uno su parte. Por ejemplo, las compañías tienen que preocuparse por la calidad de vida de sus empleados e implementar programas de bienestar laboral, escucharlos, fomentar un buen clima laboral e implementar estrategias que les permita detectar casos a tiempo.