A diferencia de Mauricio Macri, que en 2015 decidió privilegiar las expectativas favorables en su gestión en lugar de exponer su “pesada herencia”, el presidente electo Javier Milei decidió cargar las tintas y denunciar que la Argentina se encuentra frente a la “peor crisis de su historia”.
Y deberá llevar adelante sus políticas en un contexto en el que la economía se encuentra estancada y la gran la mayoría de la población viene perdiendo ingresos. Así lo revelan indicadores como el salario real promedio que este año caería 1,5%, tras haber retrocedido 3,6% en 2020, 3,5% en 2021 y 0,8% en 2022 (de acuerdo a los cálculos de Ferreres & Asociados). Desde ya que, para determinados sectores, como el trabajo informal, el recorte fue más brutal.
No será nada fácil acomodar la economía en este contexto, según advierten analistas políticos, y más aún por la relativa debilidad con que se origina el próximo gobierno. Al respecto señalan la escasa representación legislativa propia (10% de los senadores y 15% de los diputados) o la ausencia de gobernadores de La Libertad Avanza (LLA).
Te puede interesar...
Pero también evalúan que el triunfo de Milei en las últimas elecciones se debió en buena medida al “fracaso de la política tradicional”, es decir “un voto por la negativa”. Consideran que la frase del presidente electo que más atrajo a la opinión pública fue su fuerte crítica a “la casta política”.
Una de las acepciones de la palabra casta es “grupo que forma una clase especial y tiende a permanecer separado de los demás por su raza, religión, etc.”, según el diccionario de la Real Academia Española. Milei tuvo el gran mérito de sintetizar en esta expresión la “separación, el aislamiento” de distintos sectores beneficiados respecto de la mayoría de la gente y, en consecuencia, atraer voluntades que implícitamente demandan terminar con estas injusticias.
Pero uno de los problemas, según revelan los focus groups de los analistas de la opinión pública, es que estas injusticias adquieren múltiples formas, es decir, “la casta tiene varias caras”. Abarcan, no sólo la indignación que provocan los políticos viviendo en lujosos barrios cerrados o realizando viajes en yates por el Mediterráneo. También incluyen, ejemplifican, la discriminación que siente el empleado público que vive hace décadas con contratos precarios y bajos sueldos frente a los recién llegados de la mano de “la política” con estabilidad y remuneraciones altas.
O al trabajador informal que no recibe ninguna asistencia y se levanta a las 4 de la mañana para salir a buscarse el sustento, enfrentando condiciones de inseguridad, mientras observa que tiene vecinos a los que, despectivamente, califica de “planeros”, y que “pueden dormir hasta el mediodía porque se alimentan de la teta del Estado”. O el empresario pyme que vive abrumado por los impuestos sin recibir ninguna contraprestación.
Los ejemplos podrían seguir ad infinitum, pero lo que rescatan estos estudios es que el nuevo presidente se enfrentará con un amplio abanico de demandas. Algunos revelan que esta “sumisión pacífica” de los argentinos se terminó con la decisión de votar a Milei, a pesar de los temores que el candidato libertario generaba en distintos sectores.
Las encuestas de opinión también revelan que la mayor preocupación de la gente es la inflación. Las consultoras privadas calculan que la inflación de noviembre se ubicó en torno de 12 a 13% y anticipan que los próximos meses los índices se mantendrá altos por el “necesario reacomodamiento de los precios relativos”.
¿Habrá un plan de estabilización? ¿Quién será el secretario de Hacienda que llevará adelante la eliminación del déficit fiscal, cuestión clave para bajar la inflación? Estas preguntas se formulan los operadores económicos a pocos días del cambio de gobierno.
La experiencia demuestra que Argentina es uno de los países del mundo donde es más difícil resolver este problema y desde ya que Milei no podrá dar respuestas inmediatas en esta materia.
Lo que sí podrá dar Milei más rápidamente son “muestras de austeridad”, aunque quienes conocen la administración pública señalan que recortar el gasto a la política no es tan fácil porque “no en vano el Estado tiene todo armado para mantener los privilegios de la casta desde hace décadas”. Recuerdan, desde esta perspectiva, la frustrada experiencia del ex presidente Macri que no logró reformular el aparato estatal.
Una de las dudas importantes que se plantean es cuál será el margen de tolerancia de esta sociedad hasta que el programa del nuevo gobierno empiece a dar frutos, en un contexto de carencias sintetizadas en la propia expresión de Milei en cuanto a que “no hay plata”.
A priori, las mediciones revelan que “en esta oportunidad será más corta la luna de miel porque la sociedad viene de muchos años de decepción con la política”. De ahí que se consideren muy importantes las señales queda transmitir el nuevo presidente en cuanto a que se terminan los privilegios.