El fósil hallado presentó un tallo de cerca de tres centímetros de largo, con hojas y flores dispuestas opuestas cerca del extremo. Las hojas midieron aproximadamente tres milímetros de largo y uno y medio de ancho, mostrando bordes irregulares con forma dentada. Las flores poseyeron una base en forma de cono y presentaron dos filas de estructuras triangulares con puntas agudas, formando una característica disposición similar a una estrella, de ahí su nombre.
Puebla interpretó las flores como femeninas y unisexuales, señalando que no se observó evidencia de estructuras masculinas. Las características únicas del eje reproductivo de esta nueva especie validaron su clasificación como un nuevo taxón dentro de las angiospermas.
Los fósiles fueron encontrados como impresiones carbonizadas en rocas de grano fino, que se relacionaron con un entorno de lagunas efímeras dentro de un sistema fluvial. La relevancia del hallazgo resonó en el análisis y la comprensión de la evolución de las angiospermas.
Los granos de polen de flores permitieron realizar un análisis más profundo de la afinidad botánica de la nueva flor y ayudaron a establecer las posibles conexiones entre las hojas y las flores fósiles estudiadas con especies tanto actuales como extintas.
Las científicas concluyeron que el origen y la diversificación inicial de las angiospermas fueron eventos clave en la historia de la biota de nuestro planeta, y enfatizaron cómo el Cretácico Temprano jugó un papel fundamental en su expansión y diversidad morfológica, tema que siguió generando un intenso debate en la comunidad científica.