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Buscó al asesino de su hermano contra todo, y 32 años después lo encontró

Como muchos de los casos de crímenes resueltos décadas después de ser perpetrados, la historia de Scott Johnson es carne de película o novela. Un joven gay con un futuro prometedor cuyo cuerpo desnudo aparece inerte a los pies de un acantilado. Una policía homófoba que se desentiende y cierra con indiferencia el caso a las primeras de cambio. Un hermano que, a miles de kilómetros de distancia, lucha incansablemente durante décadas por que se haga justicia. Y como culmen, un criminal al que, tras 32 años de oscuro secreto, se le acaba la suerte y es descubierto.

Cuando Steve Johnson, que reside en Estados Unidos, supo de la detención del presunto asesino de su hermano en Australia​, no cabía en sí de gozo. “Es un día muy emotivo, para mí y toda mi familia. También para mis tres hijos, que nunca llegaron a conocer a su tío y admirarlo. No solo por su brillantez, sino porque vivió valientemente su vida como él quería”, dijo en un videomensaje de agradecimiento.

Su particular cruzada comenzó hace lustros. Corría el mes de diciembre de 1988 cuando un adolescente se encontró un cuerpo inerte a los pies de uno de los acantilados de arenisca que bordean el puerto de Sydney, en Australia.El cadáver, desnudo y maltrecho por los golpes contra las rocas, era el de Scott Johnson, un prometedor matemático estadounidense de 27 años que estaba terminando su doctorado en Canberra en compañía de su novio. En la cima del risco encontraron su ropa junto a un reloj digital, su carnet de estudiante y un billete de diez dólares en una funda de plástico. Ni rastro de su cartera o de algún tipo de nota.

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Por aquel entonces, la policía concluyó por la vía rápida que el joven se había suicidado, y el médico forense que lo examinó estuvo de acuerdo. Sin embargo, su valoración nunca convenció a su hermano mayor, Steve, convencido de que Scott no tenía motivos para quitarse la vida. Su escepticismo creció con los años al saber por la prensa de varios casos de delitos de odio contra homosexuales en Sydney y alrededores en las décadas de los 80 y los 90. En muchos de esos casos, bandas de delincuentes juveniles acudían a lugares de citas para gais –algunos en parajes naturales como los acantilados– para robarles, acosarles y pegarles señoras palizas.

Sin embargo, en unos años en los que muchos ocultaban su orientación sexual y el sida causaba estragos, las víctimas tenían miedo de acudir a las autoridades. “Por entonces, la cultura policial en Australia era hostil hacia los hombres homosexuales”, escribió hace un par de años Michael Kirby, juez retirado del Tribunal Supremo durante aquella época. “Se les consideraba antisociales, delincuentes de baja estofa que hacían cosas desagradables, por lo que no había que sorprenderse si resultaban heridos o incluso los mataban. No había una conspiración para no investigar estos casos, pero sí una actitud de complacencia e indiferencia”, aseveró.

Espoleados por Steve, que había hecho fortuna como vicepresidente de la tecnológica AOL, la familia Johnson contrató un detective y solicitó con éxito en el 2012 reabrir el caso, que dejó de considerarse un suicidio. En el 2017, una nueva pesquisa concluyó que Scott fue víctima de un delito de odio por su condición de homosexual. Ante la falta de testigos, la policía llegó a ofrecer una recompensa de un millón de dólares australianos (unos 600.000 euros) por nuevas pistas, una cifra que Steve dobló en marzo de este año al saber que había un sospechoso.

Sus esfuerzos se vieron recompensados esta semana, cuando un hombre de 49 años llamado Scott White fue arrestado en un suburbio de Sydney para luego ser acusado de asesinato. Después, el jefe de la policía estatal, Mick Fuller, llamó a Steve Johnson para darle la noticia, una llamada que él mismo describió como “el punto culminante de su carrera”.

Por su parte, a falta de que se aclare lo que sucedió en las horas previas al homicidio, el colectivo LGTBI australiano agradece el papel jugado por la familia Johnson. Según dicen, su empeño ha contribuido a cambiar la actitud oficial hacia ellos y que la policía revise la muerte sospechosa de 88 hombres entre 1976 y el 2000, de los que una investigación reciente reveló que al menos 27 fueron asesinados por ser homosexuales. “Espero que sus amigos y familiares encuentren consuelo en lo que hoy sucedió. Y espero que este caso abra la puerta para resolver alguna de las otras muertes misteriosas de hombres que aún no han recibido justicia”, añadió Steve.

Fuente: La Vanguardia

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