La escultura, de color violeta, tiene 10 metros de altura y muestra un dedo anular de un tamaño desproporcionado. David Cerny no ha querido dar explicaciones sobre su obra y se ha limitado a decir que "habla por sí sola", en lo que parece una forma de sumarse al malestar que causó, este verano, el nombramiento, por Zeman, de un gobierno que no contaba con el consenso de las fuerzas políticas.