El calor y la pasión invadieron los cuatro costados de un edificio de oficinas de la localidad neozelandesa de Christchurch. Uno de los responsables de la aseguradora Marsh Ltd. y una bella empleada se quedaron más allá de la hora de cierre jugando a las caricias y besuqueos.
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Como obnubilados por el deseo, a los tortolitos no les importó que en el inmueble hubiera más luz adentro que afuera y dieron rienda suelta a sus más bajos instintos creyendo que nadie se iba a enterar de su affaire. Los enamorados no se percataron que el amplio despacho está justo en frente de un concurrido pub de la zona.
Durante algo más de una hora probaron todos los puestos de trabajo y varias sillas de la oficina. Cualquier repisa era válida para llevar adelante sus juegos eróticos. Pocos minutos después, en Facebook y Twitter ya circulaban varias piezas seleccionas del revolcón. Además, si a esto añadimos que el hombre está casado y la muchacha prometida, ya tenemos el cóctel perfecto para abrir todas las portadas de corazón de los diarios neozelandeses.
Por su parte, Marsh Ltd. todavía no ha anunciado si va a adoptar medidas disciplinarias. Por el momento, ninguno de los dos se ha reincorporado al trabajo. En un comunicado de prensa, la compañía ha asegurado que va a abrir una investigación sobre los hechos y que “el caso se tratará de forma muy seria“.
Mientras, el comisionado de Privacidad de Nueva Zelanda (cargo público), John Edwards, ha afirmado que aunque los clientes del bar que fotografiaron y grabaron la escena han sido muy criticados en las redes sociales es poco probable que puedan ser sancionados legalmente.
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