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La Justicia que no supimos conseguir

// Por María Silvia Martín - Jefa de prensa de Canal 8

El caso del joven asesinado en manos de justicieros en el barrio Güemes en Rawson abre el debate sobre una realidad social que vivimos hace mucho tiempo y que se pone de manifiesto ahora con la muerte de un ladrón de 18 años, pero que en verdad es parte de nuestra existencia: Se trata de: "Si el castigo no lo impone la Justicia, el castigo lo decido yo, según la gravedad del caso que me aqueje". Esto es ni más ni menos que Justicia por mano propia.

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Cuando el Estado no cumple sus funciones específicas, conduce a la construcción de una sociedad violenta y sin Ley.

Las noticias que se han instalado en esta última semana son las vinculadas a la "justicia por mano propia" y han creado una gran polémica con frases como estas: "El mejor ladrón es el ladrón muerto", "si los chorros quieren que no los maten, entonces no salgan a robar", con un sinnúmero de adhesiones y aplausos en las redes sociales.

Otra postura en las redes queda descripta en éste breve diálogo imaginario entre un padre y un hijo: "Papá, si matamos a todos los ladrones, quedaríamos solo los buenos? A lo que el padre contesta: no hijo, quedaríamos sólo los asesinos".

La justicia por mano propia no es justicia, es violencia. E implica un descontrol social de tal magnitud que se va tornando difícil revertir. El odio genera más odio y la violencia más violencia.

Que el pueblo, el barrio o una comunidad sea la responsable de una vida, es algo que debe preocuparnos porque es la prueba cabal que el responsable de administrar Justicia está ausente y es una gota más que va llenando el vaso. Bien cabe recordar aquí el caso de Juan Carlos Caballero Vidal, ex Ministro de la Corte de Justicia local, que- antes de irse de su cargo- fue invitado gentilmente por sus pares a que se ponga al día tras 10 años de expedientes no resueltos; a ver... 10 años de trabajo atrasado; 10 años de historias, hechos, personas, familias, empresas, hijos, mujeres, que no tuvieron respuesta; 10 años sin que se le moviera un pelo por los que esperaban, 10 años yéndose a dormir tranquilo mientras otros vivían angustiados por saber cómo seguiría su caso. Diez años que dan vergüenza.

Solo por mencionar un ejemplo de cientos y sin exagerar, miles de ejemplos que nos condujeron a lo mismo. Una Justicia ¿para quién?

Por casos como el expuesto no debería llamarnos la atención que sea la gente quién tome la decisión de hacerlo, es sencillamente porque no puede esperar la decisión de quienes se pasaron la vida transitando un camino absolutamente distinto al de la demanda social, que plantea un reclamo que no es otra cosa que el correcto funcionamiento de uno de los poderes del Estado.

Ahora nos encontramos en este punto donde no hay vuelta atrás y el caso de Cristian Cortez es tan solo uno de los que ocurren a diario. Solo basta con guglear la frase "Justicia por mano propia" y aparece un listado interminable. Por eso es a la gente, a nosotros mismos a los que llamo a la reflexión:

Los sanjuaninos, los argentinos, la comunidad mundial no debemos agregar ni una gota de violencia a esta situación. Más bien, debemos exigir a nuestras autoridades la seguridad social y la seguridad jurídica, que los poderes del estado, que en democracia son delegados por nosotros funcionen correctamente, como un engranaje de una fábrica que armoniosamente produce.

La justicia por mano propia pone en entredicho la existencia misma del Estado, de su función principal -el uso de la coerción para ejercer justicia- de sus instituciones y de sus leyes.

Hacer justicia por mano propia implica la ruptura del contrato social democrático, aquel que otorga al Estado el monopolio de la fuerza y asegura el tránsito del estado de naturaleza a la comunidad política. Es una forma extrema de privatización de la violencia.

La insistencia con que más gente aprueba el uso de la fuerza para corregir o matar a un infractor lejos de ser un mecanismo efectivo de control, reproduce y aumenta los niveles de inseguridad, supone amenazas a la integridad de las personas y tiene graves implicancias sobre la legitimidad y aceptación popular del Estado.

Llegó el momento de lograr el consenso social y popular necesario para aplicar las leyes que conduzcan a una mejor calidad de vida en los ciudadanos, hacen falta firmes decisiones políticas en materia de seguridad jurídica y un crecimiento real en la independencia de los poderes del Estado.

Como decía el Padre Castellani, en su fábulas Camperas, hablando de las copetonas y martinetas, que obraban como manadas ciegas detrás de cualquiera que levantaba vuelo, y vuelo de gallina: "Pueblo sin ley y sin jefe, es mejor que un cuerdo lo deje, su destino será perecer". San Juan y Argentina no se merecen esto, es hora de reclamar justicia, y de la verdadera.