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A un año de la muerte de Julieta, habló su mamá: "Duele muchísimo"

Con el dolor en su mirada, Cyntia Aboal recuerda a su hija Julieta Viñales, a un año de su fallecimiento tras una cirugía de amígdalas.

Julieta Viñales tenía 18 años cuando en febrero del 2020 se decidió a operarse de las amígdalas porque las anginas la molestaban asiduamente. Pero la cirugía fue el puntapié de un desenlace fatal, porque Julieta estuvo muy grave ante un presunto cuadro de mala praxis y finalmente falleció. Hoy, a un año de la partida de la joven, su mamá, Cyntia Aboal dijo a sanjuan8.com que “si bien todos los días son difíciles con la ausencia de Juli, esta fecha duele muchísimo, porque se podría haber evitado. Jamás me imaginé que íbamos a terminar con la muerte de Juli”.

Con el duelo de perder a su hija acompañándola durante el transcurso de sus días, Cyntia retoma fuerzas para luchar por Julieta. “Queremos Justicia. Julieta se merece Justicia y no queremos que nadie más tenga que pasar por lo mismo”, dijo la mamá de la joven. Y agregó: “Nadie investigó de dónde vino la primera hemorragia, no era una simple cascarita que se desprendió y provocó el sangrado, le lastimaron la arteria carótida”.

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Con la voz entrecortada, Cyntia dijo que recuerda a su hija como una nena muy dulce que siempre tiraba para adelante con sus proyectos. “Tengo tantas preguntas y pocas respuestas, se me hace muy duro sin la presencia física de Juli”, expresó.

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El caso

El 10 de febrero de 2020, Juli ingresa al quirófano de una clínica privada, a las 9.30. Tras la cirugía, se recupera normalmente y a las 12.30 recibió el alta médica, con las indicaciones de los cuidados pertinentes. Un detalle que llamó la atención es que al finalizar, el doctor le prescribió un remedio más, que se sumó a los ya recetados antibióticos, analgésicos y corticoides, que sería indicado para hemorragias.

Pasan los días y la joven llega a su control médico el jueves 13, con el otorrinolaringólogo que la operó. Juli le manifiesta al doctor que sentía dolor del lado derecho y este le contó que era normal porque durante la cirugía debió profundizar más en esa zona debido a que la amígdala era más grande y estaba más metida. Le aconsejó seguir con la dieta fría y le recetó un protector gástrico debido a la cantidad de medicamentos que estaba tomando tras la operación. El próximo jueves la vería de nuevo, pero el cuerpo de Juli no aguantó.

El viernes en la noche se encontraba en casa con su familia y fue al baño. Desde allí le gritaba a su mamá porque estaba escupiendo sangre, pero ese síntoma se complicó y pronto Julieta comenzó a vomitar sangre. De la misma impresión, la joven se desmayó, su mamá la agarró y la acostó de costado; salió corriendo a pedir ayuda a la garita policial del barrio y los efectivos la ayudaron y pidieron la ambulancia. Pasados unos minutos, la cargaron en la camioneta, aún inconsciente, y la llevaron al Servicio de Urgencias del hospital Marcial Quiroga. El médico de guardia logró estabilizarla y pidió una serie de estudios, placas, electrocardiograma y análisis de sangre.

Luego de varios llamados de la madre, el otorrinolaringólogo devolvió la comunicación y al enterarse, fue hasta el nosocomio rivadaviense. Pudieron detener la hemorragia y el color de piel de Juli había mejorado. El médico que la operó le dijo a la madre que la trasladarían al hospital Guillermo Rawson donde permanecería en Terapia Intensiva en observación ante un posible sangrado e ingreso al quirófano en caso de ser necesario. Los allegados confiaron a este medio que el profesional les dijo que se quedaran tranquilos porque “es una cascarita que se sale y empieza a sangrar”.

La trasladan al nosocomio capitalino y en la mañana del sábado, la joven ya no presentaba hemorragia e incluso hablaba. Llegada la noche, no quiso comer la gelatina porque otra vez le estaba doliendo la garganta del lado derecho. Le prescribieron un poco de morfina para que cese el dolor, pero se la darían más tarde para que pudiera dormir.

La mamá se va a la casa y continuaba mensajeándose con su hija, quien le manifestaba que le continuaba el dolor. Horas más tarde, precisamente a las 3 de la madrugada, le llamaron del hospital a la madre y le pidieron que se presentara urgente en la Terapia Intensiva porque su hija tenía hemorragia, estaba perdiendo muchísima sangre y había entrado en paro cardíaco.

De 30 a 40 minutos trabajaron los profesionales para reanimarla y finalmente lo lograron. Había que ingresarla urgentemente al quirófano y en su grave estado, no sabían si iba a sobrevivir.

Al llegar al hospital, el terapista le dijo a la mujer que nunca vieron un sangrado de esa magnitud. Le informó que el paro cardiorrespiratorio fue producto de la gran cantidad de sangre que perdió: de 5 litros que hay en el cuerpo humano, Juli perdió 4. A su vez, se hablaba de posible daño cerebral debido a la falta de oxígeno que le ocasionó el paro, durante tanto tiempo. Ahora sólo restaba esperar la evolución. En la mañana del domingo, el parte médico indicó que su estado era grave y que convulsionó, posiblemente un signo del daño cerebral. Permanecía en coma inducido, con respirador y buscaban estabilizarle la presión.

Finalmente, tras una ardua lucha por su vida, Julieta murió el 3 de marzo de 2020.