El físico menudo y la baja estatura hizo inicialmente creer que se trataba de un niño o a lo sumo de un adolescente. Pero la llegada de la madre de la víctima al baldío de calle General Lavalle al 1800, donde se produjo el inusual descubrimiento, despejó las incógnitas sobre la identidad. Se llamaba Cristian Javier Cortés.
Una acusación. El muchacho vivía en un asentamiento precario de la calle Cabrera sin número. Y según fuentes de la Unidad Regional II hacía dos días había salido del penal de la comisaría 15ª de Rosario donde lo habían detenido acusado de robo calificado.
No había hasta anoche precisiones ni sospechas sobre los autores de tan extraño ataque. El cuerpo de Cristian estaba dentro de una maleta de un metro veinte por sesenta de la cual apenas asomaba la cabeza. Tenía los pies y las manos atadas, la evidencia de un fuerte traumatismo en el cráneo, un corte en la pera y un orificio de bala levemente por encima de la nuca hacia la sien.
La revisión del médico policial determinó que la muerte se había producido unas doce horas antes del hallazgo del cuerpo.
Quien advirtió que dentro de la valija había un cuerpo fue un remisero que dejaba a un pasajero en la zona del descampado y entrevió lo que parecía ser, y era, la cabeza de un cuerpo asomando entre una cantidad de escombros. La zona es cerca de la avenida Filippini, donde funcionó la escuela 132 y muy cerca del supermercado Coty. a quince cuadras de la sede municipal.
Fuente: La Capital