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Así pasan sus días los rugbiers en el penal de Dolores

Están presos en una alcaidía entre los pabellones 9 y 10, exclusivos para evangélicos, y no se cruzan con el resto de los internos.

Los diez rugbiers presos por el crimen de Fernando Báez Sosa en Villa Gesell pasan sus días alojados en el penal de Dolores a la espera de que la fiscal Verónica Zamboni pida la prisión preventiva. Esta medida debe ser respaldada por el juez de Garantías Leopoldo Mancinelli y podría implicar el traslado de los acusados a un nuevo lugar de detención.

Por el asesinato a golpes, que se produjo el pasado 18 de enero frente al boliche "Le Brique", están detenidos Máximo Thomsen y Ciro Pertossi -señalados como coautores-, Lucas y Luciano Pertossi, Matías Benicelli, Alejo Milanesi, Juan Pedro Guarino, Enzo Comelli, Blas Cinalli y Ayrton Viollaz. Los acusados de este último grupo son considerados "partícipes necesarios" del crimen.

Están presos en una alcaidía entre los pabellones 9 y 10, exclusivos para evangélicos, y no se cruzan con el resto de los internos. Arrancan su rutina entre las 8 y las 8.30 y reciben el desayuno: mate cocido o agua caliente, para prepararse té o leche en polvo, que consumen en la celda de 18 metros cuadrados. Luego los llevan a higienizarse y recorren unos cinco metros para llegar a las duchas, trayecto en el que están acompañados por guardias.

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A las 10.30 se someten a una revisación médica para determinar que no tengan lesiones, estudio que se les hace en las propias celdas. Del mismo modo que la asistencia psicológica, que reciben en el propio lugar, al igual que el resto de los internos del penal.

Entre las 11.30 y las 12 reciben el almuerzo, que también comen en la celda. Les sirven guiso de arroz o fideos, estofado o fideos con carne picada. Mientras que cenan entre las 18 y las 19, siempre con un menú distinto al del mediodía. Trascendió que no les gusta la comida del penal y que incluso llegaron a rechazarla.

Los jueves son los días más esperados por los imputados del crimen de Báez Sosa, ya que reciben la visita de sus familiares. Los encuentros duran una hora pero en un cronograma diferenciado al del resto de los presos, para no exponerlos a ellos ni a sus parientes. De hecho en ese momento el resto de los reclusos se encuentran en sus celdas. Ese mismo día los familiares les llevan comida casera, consigna Clarín.

Tienen una hora al día para permanecer en el patio, de mañana o de tarde y siempre y cuando no llueva. Allí pueden trotar o hacer gimnasia. El lugar de esparcimiento tiene muros de ocho metros de altura y son vigilados por dos agentes del Servicio Penitenciario Bonaerense que siguen sus movimientos desde arriba, ubicados en garitas. Los rugbiers aprovechan ese tiempo para hacer gimnasia o trotar.

Fuente: TN