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Caso Sheila: intentan determinar si la nena fue víctima de un ataque sexual

Los expertos realizan peritajes y estudios de ADN en busca de nuevas evidencias dado que la autopsia preliminar no reveló un abuso

Los investigadores del crimen de Sheila Ayala, la niña de 10 años asesinada en la localidad bonaerense de San Miguel, aguardan los resultados de decenas de estudios de ADN y de laboratorio que están en proceso para intentar probar si la víctima sufrió un ataque sexual, como cree el fiscal del caso, informaron ayer fuentes judiciales.
El fiscal a cargo de la causa, Gustavo Carracedo, de la Unidad Funcional de Instrucción (UFI) 20 de Malvinas Argentinas, tiene caratulada la causa como homicidio agravado por alevosía en el caso de la tía Leonela Ayala (25), y la misma calificación pero con un segundo agravante de "femicidio" en el caso de Fabián Ezequiel González Rojas (24).
Pese a que la autopsia de Sheila no reveló un abuso, la hipótesis inicial sobre la que trabaja el fiscal Carracedo es que el móvil del homicidio fue un ataque sexual no consumado del que la niña se defendió. El hecho de que los forenses no hayan detectado las lesiones típicas de un abuso en la región genital no le hicieron descartar al fiscal esa hipótesis, más cuando el cadáver de la niña apareció desnudo dentro de una bolsa.
Los estudios histopatológicos de la autopsia -que se hacen sobre diversos tejidos y de manera microscópica- podrían revelar en un futuro alguna lesión en la región paragenital que los médicos legistas no hallaron a simple vista.
Carracedo espera los resultados de decenas de peritajes que se están realizando en los laboratorios genéticos de la Policía Científica de San Martín.
Algunos de ellos son los hisopados en las zonas genitales, bucal, nasal y subungueales (bajo las uñas) realizados en la autopsia de la niña, en busca de semen u otro fluido que pertenezca a alguno de los imputados.
Las 10 uñas de la niña fueron hisopadas para intentar encontrar allí rastros de piel o sangre del o de los autores del crimen, en el caso de que Sheila haya logrado defenderse y arañarlos, tal como creen los investigadores.
Es que González Rojas presenta en el pliegue interno del codo de uno de su brazos, una excoriación lineal compatible con un arañazo.
"Si encontramos el perfil genético del tío, de la tía o de ambos debajo de esas uñas, serán pruebas contundentes", dijo a Télam uno de los investigadores.
También se levantaron muestras para ADN de contacto en diversos elementos secuestrados en la vivienda de los tíos de la víctima que, para los investigadores, fue la escena primaria del crimen.
"Hay un colchón deteriorado con la gomaespuma a la vista encontrado en la casa de los imputados que tenía moscas, fluidos, bolsas de residuos y hasta una muñeca encima. El cuerpito pudo haber estado unas horas o días en ese lugar antes de ser arrojado al sitio del hallazgo", agregó la fuente consultada.
En caso de que, por los peritajes, el fiscal pueda probar un ataque sexual, volverá a convocar a indagatoria al matrimonio acusado para sumarle el delito de "abuso sexual" y el agravante del "homicidio criminis causa", es decir, cuando se mata para ocultar otro delito y lograr la impunidad.
Ambos acusados fueron indagados el sábado por el fiscal Carracedo, y mientras González Rojas se negó a declarar, Leonela Ayala declaró en el sanatorio donde dio a luz a su cuarto hijo que no tenía ninguna relación ni sabía nada del homicidio.
Fuentes judiciales indicaron que Ayala le dijo al fiscal que el día del crimen, el domingo 14, ella se fue de su casa con sus hijos durante ocho horas y que cuando volvió a las 20 no notó nada extraño y nunca vio el cuerpo de su sobrina.
La mujer no ratificó una supuesta confesión extrajudicial en la que le dijo a la Policía que se habían emborrachado y drogado y no sabían qué había pasado con la nena.
La Fiscalía trabajaba en evacuar citas con testigos y en el análisis de las comunicaciones de la imputada, para determinar si la versión que dio es cierta o si mintió.
Yanina Pereyra, la madre de la víctima, dijo ayer a la prensa en su primera aparición pública tras el hallazgo del cuerpo de su hija, que pide "justicia por Sheila" y que espera que su cuñada y el marido no salgan "nunca más" de la cárcel y les den "la pena máxima".
El caso que descubre el impacto de la cultura local

Sheila desapareció el 14 alrededor de las 12 cuando fue vista por última vez jugando con amigos en el predio del barrio Trujui de San Miguel donde vivía con su padre.
Tras cuatro días de búsqueda y acusaciones cruzadas entre los padres por quién podía tener responsabilidad en la desaparición, el jueves la Policía bonaerense halló el cadáver dentro de una bolsa, en un sector donde se arroja basura entre dos paredones.
El sitio es lindante a la construcción donde viven los imputados, en un segundo piso, desde cuyo balcón, a seis metros de altura, se cree que arrojaron a la víctima.
La autopsia confirmó que la causa de muerte fue un estrangulamiento a lazo con un elemento que dejó un surco de ahorcadura de tres centímetros de ancho, que podría ser compatible con una sábana infantil hallada en la bolsa del cadáver.
La niña también presentaba fracturas post mortem en algunas de sus costillas, que de acuerdo con las estimaciones, podrían haberse producido en la maniobra de descarte.
El caso puso en el tapete una vez más el abuso cometido puertas adentro de una familia. La inserción de las pautas culturales de la Iglesia en la comunidad de San Martín influyen para que este tipo de crímenes sea más común de lo que parece, según revelaron desde el colectivo social Ni Una Menos. La organización emitió un documento en el que culpa a las tácticas de ocultamiento como una de las razones por las que se desencadenó el asesinato de la menor. Incluso dejaron saber que pueden acreditar otros casos de abuso sexual en San Martín que no se concretaron en denuncia por influencia de parientes de las víctimas.

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