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Las dolencias se agudizaron y 48 horas después ya no podía caminar. Desde ese momento, Martina depende de una silla de ruedas para moverse. "Mami, ¿cuándo voy a ponerme mejor? Así no puedo hacer nada", cuenta Andrea, su madre, que pregunta a diario. Lo cierto es que, hasta el momento, no encuentra respuesta para ello porque los médicos aún no dieron un diagnóstico sobre su caso. De hecho, próximamente será evaluada en el Hospital Garrahan.
"La directora sabía que le hacían bullying, y no hizo nada. Me prometieron que iban a hacer algo y no actuaron. Ahora tratan de minimizar lo que pasó", cuenta Andrea con dolor. "La maltrataban, le decían ´negra sucia´, la golpeaban y hasta le sacaban la comida", agrega.
Lo cierto es que Martina padece, además de neurofibromatosis, un retraso madurativo y ahora, la aqueja esta dolencia de la que aún no encuentran una explicación.
Su mamá se lamenta por el hecho de que, si hubieran actuado a tiempo protegiendo a su hija, hoy ella podría moverse por sus propios medios e incluso podría asistir a la escuela. En efecto, desde que perdió la movilidad, la pequeña recibe clases en su casa. Ella sólo espera recuperar lo que perdió.
(Fuente: Contexto Tucumán)
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