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Pobreza estructural

La pobreza "es un problema estructural" en la Argentina ya que en los últimos ocho años no hubo grandes cambios en los índices del flagelo.

Al analizar el informe del INDEC y la serie de informes de la Universidad Católica Argentina (UCA), que indica que hay ocho millones de niños en el país que "son estructuralmente pobres", quiere decir que en estos últimos ocho años en Argentina no hubo grandes variaciones respecto de las mediciones, es decir; estamos hablando de un problema crónico y estructural que viene padeciendo la Argentina y es un reclamo a la conciencia social de toda la sociedad y de sus autoridades.

"Ciertamente que, si no promocionamos a los niños, el día de mañana vamos a tener adultos con muchas deficiencias", advirtió Monseñor Eduardo Martín en Rosario cuando fue consultado por este tema, quien señaló a la infancia como "el sector más vulnerable". Martín advirtió que "el Gobierno anunció una disminución de la pobreza", pero consideró que en esa evaluación sólo se mide los ingresos, mientras que el informe de la UCA "se refiere a alimentación, salud, saneamiento, acceso a cloacas", entre otros, sin descuidar otro factor como la estimulación temprana.

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Sin lugar a dudas la solución pasa por el trabajo digno y la facilidad con que un adulto accede a ese trabajo, porque mientras no se generen esas condiciones vamos a seguir teniendo estos indicadores que no son más que cientos de familias en condición de pobreza y eso se traduce en hambre.

En la Argentina se encuentran privados de condiciones básicas de vivienda, alimentación y salud millones de niños y adolescentes cuyas necesidades básicas insatisfechas llega a casi un 30% de esa población. Medir y saber cuántos son es muy importante pero no debemos descuidar que cada día que pasa es un día más en donde falta un plato de comida en la mesa que redunda directamente en la salud y educación. Un niño mal alimentado se enferma y no aprende; y lo que es peor aún, lo que no nutrimos en los primeros cinco años de vida es irreversible en el daño neuronal y cognitivo de una persona. Por más que los sobrealimentemos después, el daño ya no se puede corregir.

Así de contundente es la importancia de la nutrición infantil.

No es menos grave la fractura social que determina entre los que pertenecen a un grupo de población socialmente integrados y otro grupo formado por los excluidos.

Todo eso conlleva a un cambio en el estereotipo social en donde se distorsionan los valores personales como la honestidad, la vocación de servicio y la justicia. Aquí las políticas a implementar no solo deben contemplar en poner un peso más en el bolsillo; una sociedad integrada y equitativa se logra con algo mucho más profundo que eso.

Hoy los índices ni siquiera nos llaman la atención porque hemos pasado a naturalizar el tema y eso es doblemente peligroso porque significa que empezamos a aceptarlo; y al hacerlo solo genera un debate de momento y pasamos a otra cosa que fácilmente los gobiernos resuelven entregando más y más planes de asistencia. Todo bien con eso, pero si seguimos resolviéndolo así, seguiremos teniendo los mismos resultados.

Los próximos trimestres arrojarán números que no resultarán nada alentadores a nivel nacional ya lo sabemos; y es el resultado de una desastrosa mirada sobre la pobreza y de un menoscabo permanente a las necesidades de la gente. Ser pobre no se resuelve solamente con un poquito de más plata, la dignidad es mucho más que eso.