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Para el fiscal no son necesarios los cuadernos de las coimas para avanzar en la investigación

Para Carlos Stornelli, el testimonio de Oscar Centeno es el principal elemento que impulsa la investigación. El 50% de los datos que figuran en los cuadernos ya fueron corroborados.

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"Esto es algo que todos sabíamos que pasaba, pero que que en este caso a alguien se le cayó una foto que lo prueba". Así grafica en la intimidad el fiscal Carlos Stornelli la causa de corrupción que le cayó entre manos, la más escandalosa de los últimos tiempos. Está convencido de que no importa si no aparecen los cuadernos, porque el testimonio del chofer Oscar Centeno -su confesión- confirma todo lo que está en las copias.

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Todo empezó, creen en la Fiscalía de Stornelli, con una libretita como cualquiera de las que tienen los remiseros: cantidad de kilómetros, origen, destino y monto del viaje. Pero los cuadernos de Centeno, chofer de Roberto Baratta -segundo de Julio De Vido en el Ministerio de Planificación durante los años del kirchnerismo-, fueron sumando detalles a medida que se enturbiaban las circunstancias en que realizaba los viajes.

¿Para quién escribía esas libretas? Mientras que la ex esposa de Centeno cree que su ex buscaba chantajear a Baratta, el fiscal descartó que se tratara de un agente de inteligencia encubierto: no descartan el chantaje, pero creen, más bien, que la voluntad literaria del chofer surgió como modo de cubrirse. Más allá de las especulaciones, hasta el momento en que cayó preso, Baratta le pagaba 30.000 pesos por mes, todo indica que para comprar su silencio.

Entre Centeno y Baratta no existía ni relación de amistad ni fidelidad alguna. Por eso, en cuanto el caso salió a la luz, rápidamente el ex chofer se acogió a los beneficios de la ley del arrepentido. Al momento de ser indagado, Centeno estaba algo asustado: sucede que su primer abogado defensor le había sido puesto por su ex jefe, no para ejercer su defensa, sino para garantizar que no hablara. Luego de que se le asignara defensor oficial, pidió protección para él y para sus 15 hijos (13 biológicos y otros dos "de crianza").

"En la Argentina no puede garantizarle la vida a nadie", le escucharon decir a Stornelli, que sin embargo no cree que Centeno corra peligro, pues ya declaró en sede judicial y ya dijo todo lo que tenía para decir. En cualquier caso, el fiscal ordenó brindarle seguridad a Centeno y su familia, y también ordenó aumentar su propia custodia.

Tras tomarle declaración a Centeno, Stornelli tiene la seguridad de que no necesita los cuadernos físicos para hacer avanzar la investigación, por varios motivos.

En primer lugar, Centeno admitió que las copias con que cuenta la Justicia son reproducciones de sus cuadernos originales: reconoció su letra y admitió el contenido como escrito por él mismo, más allá de que dan por descontado que el batallón de abogados y estudios de primera línea que representan a los funcionarios y empresarios involucrados intentarán invalidar las copias como pruebas. Pero es su confesión, cree el fiscal, el principal elemento que impulsa la investigación.

De la gran cantidad de datos que surgen de las copias de los cuadernos, la fiscalía ya ha cotejado un 50%. Por ejemplo: las anotaciones de Centeno de sus visitas a la Quinta de Olivos fueron cotejadas con el libro de ingresos de la residencia presidencial, que en todos los casos coincidió. Stornelli cree que la gran cantidad de detalles que pudieron corroborar (visitas a familiares, etc.) hace imposible que los cuadernos hayan sido escritos con posterioridad.

De la declaración que durante horas realizó el chofer, trascendieron algunos detalles pintorescos, como cuando Centeno le pidió a Baratta "que se acordara de los pobres", y el número dos de De Vido le respondió: "Nosotros puchereamos" y le regaló una valija... vacía.

Centeno nunca escuchó hablar sobre el dinero a la ex presidente Cristina Kirchner, pero sí la vio en más de una oportunidad. Conociendo al juez Claudio Bonadio, en la fiscalía de Stornelli creen que "se viene algo de impacto".

Si bien Kirchner sería la cabeza más visible, en la trama de corrupción que investigan hay más funcionarios y empresarios mencionados que aquellos a los que se le dictó la prisión preventiva. Según supo Infobae, el criterio para definir los pedidos de prisión fue la habitualidad: si un funcionario o empresario sólo aparecía mencionado una vez en los cuadernos, sólo fueron citados a declarar; para aquellos que tenían múltiples menciones, el destino fue la cárcel. "Si no pido prisión preventiva para un caso de esta cantidad dinero, ¿cuándo la voy a pedir?", comentó el fiscal en la intimidad.

Mientras que Centeno, a criterio de los investigadores, parece estar "jugado", los empresarios se muestran reticentes y minimizan la denuncia. "Uno dijo que en los bolsos llevaba la ropa para ir al gimnasio", comentó un empleado de la fiscalía, entre asombrado y escéptico.



Fuente: Infobae