En un mundo en el que la inflación ya es cosa del pasado, la Argentina se apresta a finalizar 2019 con un nivel de más del 50%, el mayor registro de los últimos 28 años. Y no hay que trasladarse a países desarrollados para comprobar las diferencias: con la excepción de la hiperinflacionaria Venezuela, América del Sur concluirá el año con índices de un dígito, en el marco de una estabilidad que lleva más de una década.
Las últimas proyecciones para la región del Fondo Monetario Internacional (FMI) muestran dos excepciones en un contexto de baja inflación. El caso venezolano, con estimaciones que llegan a los seis dígitos para el organismo multilateral de crédito, y la Argentina, con un 54,4 por ciento. Dos desempeños que desentonan en un subcontinente en el que Uruguay, con el 7,6%, muestra los números más altos.
Si se excluyen a Venezuela y Argentina, el promedio de inflación para 2019 en los ocho países restantes de Sudamérica previsto por el FMI es de 3,125%. Es decir 17,4 veces menos que las proyecciones para el país.