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La causa de los cuadernos preocupa al Gobierno por su impacto en la economía

Las confesiones de los empresarios vinculados al Estado causaron un escenario de incertidumbre para las finanzas.

Antonio di Pietro, el fiscal que enterró una dinastía de políticos y empresarios con su investigación de la Tangente Italiana, explica que la lucha contra la corrupción no debe causar vacío de poder e incertidumbre económica. Di Pietro basa sus argumentos en dos hechos ocurridos en Italia: la asunción de Silvio Berlusconi y la crisis que alimentó su programa populista. Mauricio Macri escuchó los argumentos de Di Pietro, instruyó a su gabinete económico para que exhiba señales de confianza y sostiene que la disputa en las elecciones presidenciales terminará acotada a su proyecto político versus un programa peronista aggiornado a la agenda que imponga los tribunales de Comodoro Py y los burócratas del Fondo Monetario Internacional.

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Claudio Bonadio, el juez federal que investiga con la información de los cuadernos de Centeno, tiene un sueño personal mimetizado en objeto procesal: encarcelar a Cristina Kirchner, acusada de liderar la banda de ex funcionarios y empresarios que intercambiaban obras públicas por coimas privadas. Macri conoce la obsesión de Bonadio y asumió que ese proyecto personal sólo quedaría circunscripto al ámbito de Comodoro Py y su lógica política.

Pero el Presidente se equivocó: las confesiones de los empresarios vinculados al Estado causaron un escenario de incertidumbre para la economía y las finanzas.

El acuerdo con el FMI implica un recorte de la inversión pública que debería ser reemplazada por el modelo de Participación Pública y Privada (PPP). Sin embargo, ese modelo de negocios implica tranquilidad en los mercados y empresas privadas argentinas con los papeles en regla, dos circunstancias que no se estarían cumpliendo por estos días.

Guillermo Dietrich, ministro Transporte, tuvo una reunión con bancos importantes de la plaza para ratificar que "no se tocaran los planes vinculados a la obra pública". Los representantes del HSBC, Itaú, Santander, Francés, Galicia y Citi -que participaron del encuentro- reconocen el entusiasmo de Dietrich y su propensión al trabajo en equipo. Pero el riesgo país, la debilidad de los países emergentes y el carácter volátil de Bonadio es una combinación explosiva que pone en jaque los planes del gobierno frente a las exigencias del Fondo Monetario Internacional.

Los inversionistas de Wall Street pisaron el freno ante la incertidumbre que provoca la información contenida en los cuadernos de Centeno. Se trata de una situación paradójica: los mercados internacionales exigen transparencia -un objetivo político de Macri—y a la vez exigen que sus habituales interlocutores -ciertos empresarios que han confesado sus pagos ilegales—continúen en el centro del escenario como si no hubiera sucedido nada.

La investigación de Bonadio y los fiscales federales Carlos Stornelli y Carlos Rívolo implosionó el sistema de la obra pública nacional y a la vista no hay una nueva generación de empresarios que puedan reconvertir un modelo opaco de negocios que arrancó a mediados del siglo XX. No se trata de proponer un método con corrupción cero, porque es una premisa falaz y cercana al idealismo kantiano. La intención -compartida en los tribunales y en el Gobierno—es que la transparencia pública alcance los estándares de los países que integran la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE).

Para la Casa Rosada y la city financiera, el impacto económico de los cuadernos de Centeno no se basa únicamente en que una generación de empresarios y lobbistas terminaron confesando delitos federales cometidos en connivencia con exfuncionarios de la administración kirchnerista. El Gobierno y los banqueros temen además que Bonadio fuerce las evidencias para cumplir su deseo personal respecto a Cristina.

Hace algunos años, este juez federal sobreseyó al ya fallecido Daniel Muñoz -ex secretario privado de Néstor Kirchner y uno de los implicados más mencionados en los cuadernos-, cuando había evidencias para mantener la causa abierta. Y ahora, la preocupación es que haga exactamente lo contrario. En expedientes vinculados a la tragedia de Once y a la corrupción en la compra de gas importado, Bonadio demostró que cuantifica las evidencias y las responsabilidades penales con cierta liviandad jurisdiccional.

Mientras la economía se mueve al son de los cuadernos de Centeno y las confesiones de empresarios y lobbistas, la política y el poder observa como la sombra de Berlusconi sobrevuela la coyuntura nacional. Di Pietro enseñaba: la investigación de la Tangente provocó incertidumbre social y la aparición de figuras mediáticas que se transformaban en referentes sociales. Berlusconi es el ejemplo histórico que probó un axioma tan viejo como la traición en la política: el poder aborrece el vacío.

Marcelo Tinelli ya juega con su palita en el arenero de la política, asumiendo que su turno por fin llegó. Tiene todo cuesta arriba. Su ausencia de aparato partidario y la imposibilidad de recaudar fondos a la vieja usanza, un método que el remisero Centeno puso entre paréntesis.

Tinelli es observado por Macri, pero en estos días no es su preocupación principal: el presidente monitorea la economía y apunta a cumplir las metas acordadas con el FMI, que envió una comitiva a Buenos Aires para revisar los recortes al gasto público que ya diseñó Nicolás Dujovne, ministro de Hacienda y Finanzas.

La delegación del Fondo arribará cuando Cristina Kirchner enfrente al juez Bonadio y los fiscales Stornelli y Rívolo. Se trata de una casualidad temporal. Una noticia no tapará a la otra. Los dos hechos son clave para la política y la economía nacional. Corrupción y ajuste: dos conceptos que se repiten en la historia contemporánea de la Argentina.

(Fuente: Infobae)