Un tribunal haitiano falló en febrero que Duvalier podría ser acusado de crímenes contra la humanidad bajo la ley internacional, y que también podría ser responsabilizado por los abusos cometidos por el Ejército y fuerzas paramilitares durante su mando. Duvalier rechazó cualquier responsabilidad por los abusos cometidos mientras lideró al país. Es una "vergüenza" que Duvalier muriera antes de que fuese sometido a juicio, dijo Reed Brody, de Human Right Watch, quien ayudó a las víctimas del dictador a armar un caso criminal.
Bajo el mando de Duvalier, "cientos de prisioneros políticos detenidos en una red de cárceles murieron debido a maltratos o fueron víctimas de ejecuciones extrajudiciales", dijo Brody. "El gobierno de Duvalier reiteradamente cerró diarios y estaciones de radio independientes. Los periodistas eran golpeados, en algunos casos torturados, encarcelados y obligados a dejar el país", agregó.
Mientras el autoproclamado "presidente vitalicio" estuvo en el cargo, se convirtió en un ejemplo de desgobierno, ignorando la pobreza y analfabetismo de los haitianos, mientras su familia y amigos gozaban de un lujoso estilo de vida.
Duvalier dependía del terror para mantener a la gente bajo control, siguiendo el estilo de su padre François "Papa Doc" Duvalier, un ex médico que utilizaba a agentes de la policía paramilitar secreta y explotaba la superstición popular en torno al vudú. Nacido el 3 de julio de 1951, Duvalier vivió en el centro del poder desde los 5 años, cuando su padre ganó las elecciones en la ex colonia francesa. Gordo y de 1,82 metro de altura, el joven Duvalier suprimió toda oposición efectiva durante sus 15 años en el poder hasta su derrocamiento. A medida que aumentaban sus problemas, buscó mejorar su imagen internacional al suavizar su puño de hierro, pero sus rivales seguían siendo arrestados y solían terminar en el exilio. (la Capital).