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El Sumo Pontífice pidió solidaridad con emigrantes y refugiados

Al mismo tiempo que pidió que la Jornada Mundial que celebrará el miércoles Naciones Unidas sirva para alcanzar un acuerdo mundial que garantice "asistencia y protección" a estas personas.

El papa Francisco pidió hoy "gestos concretos de solidaridad" con los inmigrantes y refugiados, al mismo tiempo que pidió que la Jornada Mundial que celebrará el miércoles Naciones Unidas sirva para alcanzar un acuerdo mundial que garantice "asistencia y protección" a estas personas. "Compartamos, con gestos concretos de solidaridad, el camino de los migrantes y de los refugiados", escribió Francisco en su cuenta de Twitter en español, minutos antes de dedicar gran parte de su oración dominical del Ángelus a las personas que por distintas razones se ven obligadas a dejar sus países.
"El miércoles próximo será la Jornada Mundial del refugiado promovida por las Naciones Unidas para reclamar atención sobre lo que viven, a menudo con gran ansiedad y sufrimiento, nuestros hermanos obligados a huir de sus tierras a causa de conflictos y persecuciones"; planteó el pontífice desde el balcón del Palacio Apostólico, frente a Plaza San Pedro.
"Una jornada que, este año, cae en el medio de las consultas entre gobiernos para la adopción de un pacto mundial sobre los refugiados que se quiere adoptar antes de fin de año, así como aquel para una migración segura, ordenada y regular", aseveró.
"Auguro que los Estados involucrados en estos procesos alcancen un acuerdo para asegurar con responsabilidad y humanidad la asistencia y la protección a quien es obligado a dejar su propio país"; agregó.
"Pero también cada uno de nosotros está llamado a estar cercano a los refugiados, a encontrar con ellos momentos de encuentro, a valorizar su contribución, para que también ellos pueden integrarse mejor en las comunidades que los reciben", pidió el pontífice.
"En este encuentro y en este respeto y apoyo recíproco está la solución a tantos problemas", puntualizó.Más de 600 de emigrantes rescatados en aguas del Mediterráneo frente a las costas de Libia por el "Aquarius" y otras naves socorristas comenzaron a desembarcar en el puerto de Valencia (sur de España) después de ocho días de idas y vueltas diplomáticas con Italia, en una Europa que sigue sin saber cómo lidiar con la llegada diaria de personas de África, Medio Oriente y Asia.

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