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Mirá las películas que llegan a Netflix en septiembre

Como todos los meses, Netflix suma a su catálogo tanto films recientes como extremadamente populares -como es el caso de Capitán américa y el soldado del Invierno, otro exponente con sello Marvel que arriba al servicio de streaming-,o producciones originales que van en sintonía con el espíritu de la plataforma: renovar su oferta con historias para toda su audiencia.

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De manera continua hemos visto cómo Netflix incorpora clásicos ochentosos que no pasarán inadvertidos para quienes se sienten nostálgicos, y se quieran refugiar en largometrajes atemporales. Este mes, la plataforma nos brinda la posibilidad de rever Dirty Dancing, el drama romántico protagonizado por Patrick Swayze y Jennifer Grey, que causó sensación el año de su estreno, y que en la actualidad sigue vigente, gracias a la gran dupla mencionada, como a la banda sonora que es sencillamente irresistible. La película de Emile Ardolino fue escrita por Eleanor Bergstein -cuyo guion está inspirado en su propia vida-, y se llevó el premio Oscar a la canción original, la emblemática "(I've Had) The Time of My Life".

Lo cierto es que, más allá de la decente precuela de 2004 y la pésima remake de 2017, Dirty Dancing es un fenómeno único e irrepetible que nos dio a Johnny y "Baby", una pareja extraordinaria que encuentra sus puntos en común en el baile, escenario en el que empiezan a forjar su historia de amor, ignorando las diferencias sociales, un tópico que el film no elude.

Nos atreveríamos a afirmar que Chicas pesadas no es menos clásico que Dirty Dancing. La película estrenada en 2004 y dirigida por Mark Waters -con un gran guion de Tina Fey, basado en el libro de autoayuda de Rosalind Wiseman, Queen Bees and Wannabes- ya tiene estatus de culto, e incluso su propio día (el 3 de octubre es la fecha de "las chicas pesadas", en honor a una frase del film). Una de las razones por las cuales la comedia producida por el creador de Saturday Night Live, Lorne Michaels, no pierde relevancia es por su mirada ácida de la escuela secundaria, y por sus citas inolvidables.

El film tiene como protagonista a Cady Haron (Lindsay Lohan), quien llega a la escuela de North Shore de Illinois tras haber sido educada en su casa en África. Su rol de outsider choca de inmediato con las "mean girls" del título original, ese grupo denominado "las plásticas" que conforman un fuerte imposible de derribar: Gretchen (Lacey Chabert), Karen (Amanda Seyfried), y la "abeja reina", Regina George (Rachel McAdams, en una de sus mejores actuaciones). Chicas pesadas resistió el paso del tiempo, y tuvo su propio musical en Broadway, que recibió 12 nominaciones a los premios Tony. Por otro lado, la cantante pop Ariana Grande recreó escenas del film para el videoclip de su hit, "thank u, next".

La gran muralla fue una apuesta muy ambiciosa estrenada en 2017, que agrupó a diferentes artistas para una colaboración multigénero interesante, pero fallida. En primera instancia, se trata de un relato inclasificable, si bien se erige como una película de aventuras. En segundo lugar, esta coproducción entre China y los Estados Unidos cuenta con la dirección de Zhang Yimou, responsable de La casa de las dagas voladoras y La maldición de la flor dorada, obras técnicamente abrumadoras. Por otro lado, tenemos el débil guion, que fue coescrito por Tony Gilroy (Michael Clayton y la saga de Jason Bourne) junto a Carlo Bernard y Doug Miro, el cual nunca alcanza a cobrar vuelo, ya que está supeditado al impacto visual del largometraje.

Otro factor en este escenario es la desangelada actuación de Matt Damon como William Garin, un sobreviviente que escapa de unos bandidos en épocas de la Dinastía Song del Norte, y que eventualmente se convierte en un justiciero, un hombre heroico. Si bien cuando se bucea en el subgénero de fantasía (La gran muralla es, también, una película de monstruos) la película se disfruta casi como placer culposo, está muy lejos de ser lo que su inicio prometía.

Cuando en 2015 se estrenó Cincuenta sombras de Grey, la primera parte de la saga concebida, allá por 2011, por E.L. James inspirada en el fanfiction de Crepúsculo, los prejuicios alrededor de la adaptación no tardaron en surgir. El motivo estaba claro: ¿cómo se podía traspolar una prosa con ribetes tan ridículos a un thriller erótico? Para sorpresa de todos, la amalgama de la dirección de Sam Taylor-Johnson y el guion de Kelly Marcel fue sumamente exitoso. Más allá de algunos momentos anodinos, el primer film pasó la prueba porque no se tomó en serio a sí mismo, y encontró en Dakota Johnson a la intérprete ideal para brindarle matices al rol de Anastasia Steele.

La secuela, lamentablemente, no corrió por con la misma suerte cuando se cambiaron los nombres detrás del proyecto. Cincuenta sombras más oscuras fue dirigida por James Foley con guion de Niall Leobard, y muestra con desgano los idas y vueltas de la pareja protagónica, incluyendo una pobre interpretación de Kim Basinger como la mujer que perturbó la vida de Christian Grey (Jamie Dornan), y cuya aparición, como sucede en la novela, no cumple propósito alguno más que estirar la trama.

Sully es un exponente más de esas grandes películas que concibe Clint Eastwood que lamentablemente pasan inadvertidas; incluso podríamos decir que muy pocos realizadores filman ya de este modo, con un corte clásico, y con un protagonista estoico y empático como los que nos supo entregar Frank Capra. Sully, hazaña en el Hudson es una biopic sobre el vuelo 1549 de US Airways y sobre el accionar de su piloto, Chesley "Sully" Sullenberger, quien, cuando nota que el A320 es golpeado por gansos canadienses -lo que desactiva ambos motores-, decide aterrizar en el río Hudson. La elección del piloto terminó siendo la adecuada: todos los pasajeros e integrantes de la tripulación lograron sobrevivir.

A pesar de que la película le agrega unos condimentos ficticios a la historia real para que la narración sea más atractiva -como los pormenores de la investigación sobre el proceder de Sullenberger-, lo mejor reside en la interpretación de Tom Hanks y en cómo refleja el estrés postraumático de ese hombre común que debió aprender a convivir con una atención inusitada. Asimismo, Sully cuenta con una de las mejores frases finales del cine de los últimos años, y con una actuación sólida del partenaire de Hanks, Aaron Eckhart.

El estreno de la película de Entre dos helechos es tan desconcertante como necesario: desconcertante porque la intriga está depositada en cómo se va a adaptar un talk show en formato largometraje, y necesario porque ese programa de Comedy Central es brillante. Con Zach Galifianakis como anfitrión y dos helechos puestos al costado como marco "ideal" para recibir a sus invitados, el actor llevó adelante la creación de B. J. Porter y Scott Aukerman (director del film) con una seriedad, paradójicamente, hilarante.

El concepto de los breves episodios del talk show era el de llevar a una figura famosa -desde el actor Brad Pitt al expresidente de los Estados Unidos, Barack Obama- para ponerla incómoda con preguntas desconcertantes, zócalos con sus nombres mal escritos e información errónea sobre sus vidas. Hasta el momento, poco se sabe sobre cómo será la película ("aparecerán celebridades sobre las que has escuchado", reza el tagline), y tampoco se dio a conocer el trailer oficial, por lo cual el factor sorpresa está garantizado.

16 años después del estreno de El protegido, M. Night Shyamalan nos entregaba su vuelta de tuerca más grandilocuente (¡ALERTA SPOILER!): que Fragmentado era una secuela superheroica del film protagonizado por Bruce Willis, que eventualmente tuvo una tercera y última parte con el estreno de Glass, el cierre de la inesperada trilogía. En el film del realizador que llega a Netflix nos encontramos con el personaje de Kevin (James McAvoy, extraordinario) como un joven que tiene 23 personalidades diferentes y que secuestra a tres adolescentes (Anya Taylor-Joy, Jessica Sula y Haley Lu Richardson), a quienes mantiene encerradas y, acorde a sus cambios de carácter, nunca tratará de la misma forma.

Fragmentado significó un regreso a las fuentes para un director interesante pero de carrera despareja quien, en una entrevista exclusiva con LA NACION en el marco del estreno de Glass en la Comic Con de San Pablo, pidió que no se lo evalúe solo por el impacto de sus giros narrativos, dado que su búsqueda como cineasta va más allá de ese recurso.