Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), los accidentes cerebrovasculares (ACV) son la principal causa de discapacidad severa. “Además, es la segunda causa de muerte en el mundo”, aportó Luis Darío Larrateguy, médico neumonólogo de Paraná, a la vez que comentó a Ser Un@: “Si bien hasta los 75 años afecta en forma similar a hombres y mujeres, a partir de esa edad comienza a ser más frecuente en las mujeres. El 67% de las muertes por enfermedad cerebrovascular ocurre en el género femenino”.
El profesional señaló que “desde que la mujer ingresa en el período posmenopáusico, su riesgo de sufrir un ataque cerebral comienza a ser similar al del hombre. Antes de la menopausia la historia es distinta. Si bien en su edad reproductiva la mujer parece estar protegida por las hormonas que ella misma produce naturalmente (estrógenos y progesterona), hay ciertas circunstancias y enfermedades que pueden ponerla en riesgo de sufrir un ataque cerebral, como la apnea del sueño y el ronquido, que es más frecuente en mujeres posmenopáusicas y es la primera causa de hipertensión secundaria y causa de ACV en mujeres”.
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Un ACV ocurre cuando el flujo de la sangre hacia una parte del cerebro se interrumpe debido a que un vaso en dicho órgano se bloquea o se rompe. Si se detiene el torrente sanguíneo durante más de unos pocos segundos, el cerebro no recibe sangre y oxígeno y en muchos casos las células cerebrales corren riesgo de morir, causando daño permanente.
Es por eso que los especialistas ponen énfasis en la prevención, ya que la mayoría de los factores que lo provocan están relacionados directamente con los modos de vida.
En este sentido, los expertos advierten que el 80% de los casos podrían evitarse con la incorporación de algunos hábitos saludables.
Desde la Fundación Favaloro sugieren controlarse la presión arterial periódicamente, dejar de fumar; realizarse chequeos para revisar el nivel de colesterol; examinar si se padecen arritmias, como la fibrilación auricular; en el caso de padecer diabetes, cumplir con el tratamiento y las indicaciones de los médicos; realizar actividad física regularmente; seguir una dieta saludable, que incluya alimentos bajos en sodio y grasas.
“Evitar el sedentarismo y los hábitos nocivos ayuda notablemente a evitar la propensión a padecer este tipo de complicaciones, que no solo afectan a nivel físico, sino que además hay que considerar que el hecho de perder la salud tiene también consecuencias psicosociales”, comentó Larrateguy.
No fumar reduce los riesgos
Luis Larrateguy explicó a Ser Un@ que en el hospital San Martín, en Paraná, se registran menos consultas y menor cantidad de casos de eventos cardiovasculares. Esta situación se asocia a que disminuyó la cantidad de fumadores en la provincia, sobre todo desde la implementación de la ley antitabaco en Entre Ríos, reglamentada en enero de 2011.Sin embargo, el médico mencionó que la epidemia mundial del tabaquismo mata cada año a casi 6 millones de personas, de las cuales más de 600.000 son no fumadores y mueren por respirar humo ajeno. “Si no actuamos, la epidemia matará a más de 8 millones de personas al año de aquí a 2030. Más del 80% de esas muertes evitables se producirán entre las poblaciones de los países de ingresos bajos y medianos”, aseguró.
Por otra parte, advirtió: “Lo que sí hubo fue incremento de los casos de obesidad y sobrepeso entre 2005 y 2009, y esto es preocupante porque es otro de los factores de riesgo para sufrir un ACV”.
“Es fundamental poner el énfasis en la prevención, ya que cuando está instalado el ACV comienzan las peripecias del paciente, la familia y el Estado”, dijo a modo de conclusión.
Estar atentos a los síntomas
Cuando se está sufriendo un ACV, existe una serie de síntomas. Puede presentarse debilidad en brazos y piernas en una de las partes del cuerpo, ceguera o deterioro visual repentinos, mareos, dolores de cabeza, dificultad para tragar, entre otros.El doctor Larrateguy comentó que uno de los motivos por los cuales se da el mayor índice de mortalidad en mujeres cuando ocurre un ACV se debe, según sugieren algunos estudios, a que “las mujeres deben esperar más tiempo para ser atendidas cuando consultan por un ataque cerebral en un hospital”. Asimismo, señaló que “es fundamental familiarizarse con estos signos para consultar de inmediato y acortar los tiempos de acceso al tratamiento. Hay que poder reconocer los síntomas del ataque”.
Por otra parte, señaló que en el género femenino se registra una mayor tasa de recurrencia: una mujer que sufrió un ataque cerebral tiene más riesgo de sufrir otro que un hombre.
“Las mujeres parecen tener factores de riesgo más severos que los hombres. Por ejemplo, tienen mayor frecuencia de enfermedades como la hipertensión arterial y la fibrilación auricular, que es una arritmia cardíaca que genera coágulos”, sostuvo.
También existen otras causas que incrementan el riesgo de las mujeres a sufrir un ACV, como el embarazo y el puerperio. En este sentido, Larrateguy aclaró que si bien durante el embarazo la mujer está expuesta a un riesgo mayor de sufrir un ataque cerebral, el riesgo es significativamente mayor durante el puerperio (período posparto).
“El uso de anticonceptivos orales también aumenta las posibilidades de tener un accidente cerebrovascular, por eso las mujeres jóvenes que fuman y sufren migrañas con aura deben evitar su uso, dado que el riesgo de sufrir un ataque cerebral aumenta hasta 17 veces en estos casos”.
Por último, aconsejó consultar un neurólogo en caso de sufrir migrañas frecuentes porque existen formas de prevenirlas y recordó que tanto las mujeres como los hombres jóvenes pueden ser portadores de aneurismas cerebrales. “Cuando se rompen suelen producir hemorragias graves caracterizadas por un fuerte dolor de cabeza que comienza repentinamente, a veces como una explosión, es distinto a los habituales y no mejora con analgésicos”, dijo.