Fue un día cargado en la agenda del flamante ministro de Hacienda, Hernán Lacunza. Propio de un recién llegado y del cargo que detenta en momentos de fuerte incertidumbre económica. Reunión de Gabinete; encuentro con el presidente del Banco Nación, Javier González Fraga; cita con Marcos Ayerra, titular de la Comisión Nacional de Valores (CNV); entrevistas con los medios.
En ese contexto, el ministro recibió a Infobae en su despacho del 5° piso del edificio de Yrigoyen 250. Eran las 18 del viernes y estaba por terminar una primera semana intensa de trabajo, en la que Lacunza se concentró en transmitir tranquilidad a empresarios, economistas y periodistas, de que su foco prioritario, y el de su equipo, está puesto en lograr la estabilidad cambiaria, como punto de partida hacia la convergencia bajista de las tasas de inflación, de interés y del índice de riesgo país.
A esa hora, el ministro ya sabía que este fin de semana llegarían los enviados del Fondo Monetario Internacional (FMI) y que tendría un primer encuentro este sábado por la tarde. "Vamos a trabajar sábado y domingo y será una reunión de seguimiento. Son los primeros contactos", dijo Lacunza, sin poder confirmar si los funcionarios del organismo considerarán necesario regresar más adelante para realizar la quinta revisión del acuerdo y destrabar el desembolso de USD 5.400 millones el mes próximo.
Durante más de media hora, Lacunza habló de todo: tipo de cambio, reservas del Banco Central (BCRA) y la estrategia para defender "demandas irracionales" de la divisa; la herencia recibida y de cómo le dejará el gobierno de Mauricio Macri el país a quien asuma en diciembre. También del programa financiero, de la economía real, de las bases del Presupuesto 2020 y de los reclamos de los gobernadores por IVA, Ganancias y el congelamiento de los combustibles. Respecto de cómo cerrarán este año los números en materia de inflación y crecimiento, el ministro enfatizó que "se están recalibrando las cifras", pero "será un año de estanflación".
- ¿Planteará ante los funcionarios del FMI las inquietudes discutidas con los economistas de la oposición esta semana sobre la necesidad de refinanciar los vencimientos con el organismo pactados para 2021 a 2023? ¿Le preocupa dejar una herencia sobre la que se diga que es una hipoteca impagable?
- Espero no dejar una herencia, sino continuar en el Gobierno. Que sea una auto herencia. Y que el próximo mandato tenga una economía estable, con reservas, recursos, con continuidad y con un mejor punto de partida que el que tuvimos en 2015. Ya no habrá déficit, sino equilibrios gemelos (fiscal y de sector externo), un tipo de cambio competitivo y precios relativos (tarifas) ya corregidas, con lo cual, si bien los resultados de este período fueron menores a los esperados en términos de bienestar (crecimiento e inflación), la configuración macroeconómica es más sana para que en el próximo período se pueda crecer de manera más sustentable.
- Pero con la devaluación, en lugar de pagar vencimientos de deuda con el organismo de 7 u 8 puntos del PBI en tres años, pasó a tasas superiores al 12 a 14%, porque un PBI que estaba en USD 550.000 millones cayó, por la devaluación, a unos 450.000 millones...
- No creo que tanto. Además, estamos viendo la foto actual, donde el tipo de cambio está muy superior al de equilibrio. Se supone que en una economía normalizada, el tipo de cambio naturalmente debería ser menor y el PBI mayor. Creo que hay que hacer una lectura dinámica, no estática.
- ¿Cuánto más alto está el tipo de cambio respecto de su valor de equilibrio?
- No sé, porque nadie sabe cuál es el valor de equilibrio. Por eso lo que dije es que es el más alto de los últimos 12 años; hay razones suficientes para pensar que está por encima del valor de equilibrio. Pero si ese tipo de cambio busca su equilibrio y va a ser más bajo en términos reales, entonces el PBI en dólares va a ser superior. La dinámica de deuda contra PBI hay que medirla con un tipo de cambio cercano al de equilibrio, ni subvaluado ni sobrevaluado.
- Mencionó que habrá un mejor punto de partida para el próximo gobierno, pero el desempleo es más alto que en 2015, la inflación bastante más alta, el PBI y el poder adquisitivo más bajos y creció el stock de deuda. ¿Dónde ve el mejor punto de partida?
- Cuando digo condiciones para crecer, me refiero a la configuración macroeconómica, no a los resultados en términos de bienestar. El triángulo imposible de corregir, de recomponer precios relativos, bajar la inflación y crecer ahora no es el triángulo inicial. En términos de resultados, las cifras mencionadas son difíciles de comparar porque el Indec de 2015 mentía. Escondía pobres. Escondía inflación y escondía desempleados. ¿Cómo? Mentía sobre la población activa. Dicho eso, indudablemente, los resultados de este programa en términos de bienestar fueron inferiores a los esperados. En inflación, sí, porque había registros privados que muestran que era menor la de 2015. En los otros, presumimos que ahora hay más pobres, por estudios como los que hace la UCA, por ejemplo, pero desempleados no lo sabemos.
- Durante esta semana planteó que estos peores resultados a los esperados tenían que ver en parte de la herencia, en parte con errores propios y en parte con algo de mala suerte. ¿Cuáles fueron esos errores propios?
- No quiero hacer de analista, porque no es mi función. Pero seguramente subestimamos la herencia, que es este trilema de bajar inflación, crecer y corregir precios relativos al mismo tiempo, que es muy difícil y probó ser muy difícil. Creímos que se iba a poder generar rápidamente el circulo virtuoso, que se consiguió en 2017, pero no fue robusto. Y sobreestimamos nuestras potencialidades, pensando que levantando el cepo y resolviendo el problema de los holdouts generaría un aluvión de inversiones. Eso tampoco pasó, porque evidentemente la inversión internacional, además de regulaciones lógicas, también busca una perspectiva de largo plazo que la Argentina nunca ofreció con continuidad. No es casual que la crisis financiera que empezó en 2018 fue consistente con el deterioro de la imagen del Gobierno luego de ese verano donde se enviaron las reformas estructurales al Congreso. Ese descrédito internacional es una interpelación a los argentinos acerca de si vamos a hacer las cosas bien o si vamos a seguir corrigiendo mediante crisis.
- El Gobierno tomó varias medidas juntas para aliviar el bolsillo de los argentinos y ese impulso se frenó tras su asunción. ¿Le impuso alguna condición en este sentido al Presidente para hacerse cargo del Palacio de Hacienda?
- Por supuesto que no le puse ninguna condición al Presidente. No soy quién. El Presidente es la autoridad y los ministros sugerimos las políticas. Sí tengo una opinión de que cualquier medida que se tome tiene que estar enmarcada en un análisis de equilibrio general y de que no hay que tomar medidas aisladas. Porque si las medidas de alivio, donde hay un esfuerzo fiscal importante para mejorar el bolsillo de los argentinos afectados por la turbulencia, genera incertidumbre fiscal y eso hace que suba el dólar y se vaya a precios, estamos peor a la tarde que a la mañana. Tiene que ser en un marco de análisis general y secuencial; no se puede aplicar torniquete y anticoagulante al mismo tiempo. Ahora hay que dejar asimilar las medidas.
-¿Considera que se tomaron tantas medidas por desesperación?