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Compulsión: Estudios han vinculado el cortisol, una hormona liberada en momentos de estrés, a los antojos de azúcar y grasa. Los científicos creen que la sustancia se une a los receptores que controlan la ingesta de alimentos en el cerebro. Así que si suele descontar la presión sobre la comida, deje a mano alimentos saludables y frutas.
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Almacenamiento de grasa: Claramente se puede relacionar el estrés al aumento de peso, afirma Philip Hagen, profesor de medicina de la Clínica Mayo, en Minnesota, Estados Unidos. Esto es porque, además de la mala alimentación durante períodos de estrés, el cortisol también aumenta la cantidad de tejido adiposo, o sea, aumenta las células de grasa. Los niveles más altos de cortisol fueron relacionados con el exceso de grasa abdominal.
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Corazón: La relación entre el estrés y la enfermedad cardíaca es todavía incierta, pero un estudio reciente en Europa encontró que las personas que tienen trabajos estresantes son 23% más propensas a tener un primer ataque cardiaco que los demás.
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Insomnio: El estrés puede causar hiperactividad, lo que dificulta el sueño. Un largo período de estrés también puede provocar insomnio y otros trastornos del sueño. En tales casos, el indicado es hacer yoga u optar por actividades de relajación.
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Dolores de cabeza: La adrenalina y el cortisol pueden causar alteraciones vasculares que causan dolores de cabeza y migraña. El estrés también hace que los músculos se vuelvan tensos, lo que puede agravar los dolores.
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Memoria: El exceso de cortisol en el cuerpo puede afectar la capacidad del cerebro para almacenar recuerdos. Durante el estrés agudo, la hormona también interfiere con los neurotransmisores, las sustancias que las células del cerebro utilizan para comunicarse.