Spiranac es una golfista profesional sin presencia en los grandes circuitos internacionales, pero, según la prensa internacional, ganó notoriedad dentro de la disciplina por su belleza y la gran cantidad de seguidores que posee en las redes sociales (más de un millón en Instagram). Fue portada de la revista Golf Diggest, la más prestigiosa de este sector conservador, lo que desató duras críticas moralistas a la publicación, al considerar que el motivo de que ocupara ese lugar "no eran sus méritos deportivos". Una prueba por la que deben pasar siempre las mujeres. ¿O es habitual la pregunta de si todos los varones que protagonizan las tapas se valen exclusivamente de méritos deportivos? Lo cierto es que Spiranac fue recientemente elegida como la encargada de anunciar a los jugadores durante el Clásico de Dubai que se disputará en el Emirates Golf Club. Será la primera mujer que llevará adelante esta función, que durante más de 40 años encarnó el locutor Ivor Robson. Y están los golfistas que consideran que la medida no abona a la igualdad de géneros que debe perseguir el deporte y los que ven con ella la oportunidad de acercar a las nuevas generaciones al golf. Mujeres desocupadas Claro que lo que atraviesa la discusión no es sólo una cuestión de imagen o de violencia de género, por cómo la platea masculina, en su mayoría, impulsa la presencia femenina en la publicidad. Teniendo en cuenta que el feminismo es la lucha por los derechos de la mujer y no contra los varones, como erróneamente se suele entender, se trata también de reflexionar sobre el tema de las promotoras como un dilema laboral. Porque, ¿qué pasa cuando estas mujeres reclaman porque se quedan sin trabajo? Se abre allí una compulsa entre "mujer cosificada" versus "mujer desocupada". Un debate de aguas revueltas, tanto como el que se sostiene desde los escenarios feministas, divididos ante la problemática de la prostitución en dos frentes: abolicionistas (condena la explotación de la prostitución ajena) y reglamentaristas (consideran al trabajo sexual equiparable a otras actividades laborales, siempre que lo ejerzan mayores de edad, de forma voluntaria y con todos los derechos garantizados). "En lugar de dejarlas sin laburo habría que resignificar la actividad de estas mujeres, si realmente se trata de una lucha contra la violencia de género", le dijo a Ovación la periodista de la agencia Sin Cerco e integrante de Ni una Menos Rosario, Loreley Flores, cuando se le pidió opinión sobre el cese de actividad de las muchachas xeneizes. La militante feminista no duda de que poner en primer plano el traste o el busto voluptuosos de las mujeres, en el deporte y en otros territorios, le hace el juego al machismo y al patriarcado, pero a la vez destaca como un problema la "precarización laboral" a la que quedan sometidas las mujeres cuando esa explotación de tanto tiempo se corta de golpe. ¿Cuál podría ser una alternativa?, le preguntó este diario a Flores. Respondió que, tal vez, podrían las promotoras aprovechar su imagen para brindar mensajes contra la violencia de género (una problemática mundial) u ofrecer datos donde pedir ayuda en caso de trata o abusos. Y además propuso no descartar abrir ese espacio laboral a otros colectivos como el de varones y trans, en caso de que quieran sumarse. El debate sigue abierto, pero cabe aclarar que batallar contra el machismo y la violencia de género no es ir contra las bellezas femeninas. Si no interrogar de qué bellezas se habla y quién gana y quién pierde con su promoción.