Pero tuvieron una razón de ser, según él mismo analiza. El odio que cargó contra sus padres porque ellos lo abandonaron. Su madre se fue de su casa cuando él tenía 7 años, su padre no lo defendió cuando – según contó- en la comisaría lo violaban. Si bien, Eduardo tuvo como apodo “el negrito” o “el negro villa” la prensa lo bautizó con el nombre de “el loco del sifón” al conocerse que mataba a sus víctimas con ese elemento.
“El golpe con el sifón no era tanto. La Policía vio que yo ponía un sifón arriba de la mesa. Yo creo que fue por algo que me quedó de mis viejos. Ellos siempre tenían un sifón arriba de la mesa cuando peleaban. Se tiraban con el sifón. Yo quería matarlos a ellos”, se sinceró. Con la crudeza de su verdad contó detalles de cómo se encontraba él en la escena del crimen. “Con la sangre de las personas me lavaba, salía todo ensangrentado de ahí. Después aparecía acostado al lado de ellas y no entendía nada”, confesó.
Eduardo Villavicencio fue arrestado cuando tenía 17 años por intento de homicidio y violación agravada pero salió libre. Luego violó a dos mujeres y mató a sus maridos. Pasó preso la mitad de su vida y ahora se generó una polémica cuando una de sus víctimas dijo que iba a salir libre muy pronto. La jueza Margarita Camus dijo que aún no cumple con los requisitos para evaluar sus salidas pero aseguró que “tiene conducta ejemplar”.
Sin embargo, en esta entrevista el “negro villa” reconoce que se hace preguntas todo el tiempo: porqué un asesino, porqué un violador, porqué un animal. Y a cada pregunta se responde: “No tengo que existir”.