Las primeras ráfagas se sintieron minutos después de las 22,igualmente la gente siguió haciendo la fila para poder entrar. Mientras tanto,los encargados de los stands comenzaron a reordenar los carteles y baners de sus locales ya que el viento empezó a llevarse todo.
Un tema aparte fue el de los locales de comida. Es que a muchos se les volaron los manteles y en las mesas que estaban ocupadas los comensales tenían el mantel para evitar que se les volara todo.
Más allá de la tierra y los inconvenientes, la mayoría disfrutó del aire fresco. "La noche está hermosa",aseguró un joven que iba abrazando a su novia que hacía malabares para mantenerse peinda.