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Día Mundial contra la Hepatitis: qué es y cómo se combate

Según las estimaciones más recientes de la OMS, en toda la región se producen cada año 67.000 nuevas infecciones de la hepatitis C, y 10.000 por la B.

Cada 28 de julio se recuerda el Día Mundial de la Hepatitis, una iniciativa instaurada por la Organización Mundial de la Salud (OMS) con el fin de concientizar sobre el flagelo mundial que significan las hepatitis virales e impulsar iniciativas para concertar una estrategia global en el sector de salud.

Se conmemora en esta fecha en homenaje al Baruch Samuel Blumberg, médico descubridor del virus de la hepatitis B. En mayo de 2016, la Asamblea Mundial de la Salud aprobó la Estrategia Mundial del Sector de la Salud (GHSS) sobre la hepatitis viral, que propone eliminarla como amenaza para la salud pública para 2030 (definida como una reducción del 90% de la incidencia y del 65% de la mortalidad con respecto al VHB y el VHC).

Según las estimaciones más recientes de la Organización Mundial de la Salud (OMS), cada año, en toda la región americana, se producen 67.000 nuevas infecciones por el virus de la hepatitis C y 10.000 por la B, y mueren unas 100 mil personas a causa de esta enfermedad. A nivel mundial, hay unas 257 millones de personas que tienen hepatitis B crónica y 71 millones de personas con hepatitis C crónica en todo el mundo. En tanto, la hepatitis viral causa más de un millón de muertes por año, lo que la hace comparable a los índices de mortalidad por VIH, tuberculosis o paludismo. De acuerdo con la OMS, para 2040, es probable que el número de víctimas de esas tres enfermedades combinadas se supere para 2040.

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Pero ¿qué son las hepatitis virales y a cuántas personas afectan? Constituyen un grupo de enfermedades infecciosas conocidas como hepatitis A, B, C, D y E. Afectan a millones de personas en el mundo y causan enfermedad del hígado, tanto aguda como crónica.

Gerardo Laube (M.N. 51.819), infectólogo, pediatra y jefe de guardia del Hospital Muñiz, le explicó a Con Bienestar que se considera bajo el nombre de hepatitis a “una serie de procesos que involucran el compromiso del hígado y que son de causas muy diferentes, no sólo infecciosas producidas por virus, bacterias y parásitos, sino también las tóxicas e inmunológicas”.

“El hecho de tener un día dedicado a la hepatitis es marcar la importancia que esta afección tiene, particularmente en lo relacionado con sus principales causas, específicamente las virales del tipo de la A, B y C. Las dos primeras porque pueden ser adecuadamente prevenidas mediante vacunas de alta efectividad, mientras que para la hepatitis C existe un tratamiento efectivo”, remarcó el también profesor titular de Infectología de la Universidad Abierta Interamericana (UAI).

Según el especialista, las hepatitis virales más preocupantes siempre han sido las producidas por los virus A y B. La primera, por la posibilidad de desencadenar brotes epidémicos y, en algunos casos, insuficiencia hepática fulminante. La segunda, por su probabilidad de evolucionar a la cronicidad y la eventual progresión al cáncer de hígado y cirrosis hepática. “El virus de la hepatitis B es el de mayor contagiosidad, lo que explica los millones de individuos afectados que existen a nivel mundial”, advirtió.

Respecto a las vacunas, Laube señaló: “En nuestro país las vacunas para la hepatitis A y B se encuentran en el calendario nacional. La vacuna contra la A fue incorporada en agosto de 2005 con una dosis a aplicarse a los 12 meses de vida. En el marco de prevención de la enfermedad para aquellos viajeros a zonas donde la enfermedad existe en forma predominante se aconseja su aplicación con un esquema de 0-6 meses. En tanto, la vacuna para la hepatitis B también es obligatoria y universal para toda la población desde 2014. Se aplica a los recién nacidos en el momento del nacimiento con dosis de refuerzo a los 2, 4 y 6 meses de edad. En el caso de los adultos, la vacuna tiene un esquema de 0, 1 y 6 meses”.

La importancia del diagnóstico y el tratamiento

Laube explicó que las medidas de tratamiento de las hepatitis varían de acuerdo con la causa que la provoca, por lo que es indispensable un diagnóstico que sea correcto para poder evaluar el tratamiento adecuado para cada situación. “La posibilidad de erradicación de las hepatitis dependerá de la causa que la origina, pero es indudable que la vacunación universal tendrá un alto impacto en lo referente a su control efectivo. En el caso de la hepatitis una de las principales medidas está asociadas con una adecuada provisión de agua potable, así como un correcto saneamiento ambiental que incluya el manejo de las excretas a través de la existencia de cloacas”, subrayó.

Para el especialista es muy importante la consulta temprana ante cualquier síntoma sugestivo de enfermedad del hígado, como la presencia de ictericia, decaimiento importante acompañado de vómitos y cambios en la coloración de la orina y de la materia fecal, dolor a nivel del hipocondrio derecho e incluso el estudio mediante una hepatograma que podrá indicar la existencia de algún proceso inflamatorio que todavía en esa etapa de la afección no presenta síntomas significativos. “Como en todas las enfermedades, un diagnóstico temprano permitirá un manejo adecuado de acuerdo con la causa desencadenante de la enfermedad”, sostuvo.

¿Cuáles son los diferentes tipos de hepatitis?

Los cinco virus de la hepatitis (A, B, C, D y E) son distintos: pueden propagarse de diferentes maneras, afectar a distintas poblaciones e impactar en la salud de diversas formas.

Hepatitis A: a nivel mundial, el virus de la hepatitis A se transmite cuando, sin saberlo, una persona lo ingiere mediante el contacto con objetos, bebidas o alimentos contaminados con pequeñas e indetectables cantidades de materia fecal o heces de una persona infectada.

La hepatitis A no causa una infección crónica para toda la vida y raramente es mortal, pero puede producir síntomas graves. La vacunación es la mejor manera de prevenirla. La buena higiene de las manos y mejores condiciones sanitarias, así como la mayor seguridad de los alimentos también pueden evitarla.

Hepatitis B: a nivel global, el virus de la hepatitis B se transmite con mayor frecuencia de una madre infectada a su bebé al momento del nacimiento y entre los niños que no se han vacunado. Las personas también se pueden infectar a través del contacto con la sangre y otros líquidos corporales mediante el uso de drogas inyectables, equipo médico no esterilizado y el contacto sexual. Ésta es la más común en el África subsahariana y Asia, pero también tiene alta incidencia en la región del Amazonas en América del Sur, las zonas del sur de Europa central y oriental, el Oriente Medio y el subcontinente indio. Puede variar desde una afección leve que dure pocas semanas hasta una enfermedad grave y crónica. Si una persona se infecta al nacer o durante la primera infancia, es más probable que presente una infección crónica, lo que puede causar cirrosis o incluso cáncer de hígado.

Hepatitis C: el virus de la hepatitis C se transmite mediante el contacto con la sangre de una persona infectada. Las personas se pueden contagiar al compartir cualquier equipo usado para preparar e inyectarse drogas y a través de las inyecciones médicas y otros procedimientos médicos realizados de manera insegura. También se puede transmitir, aunque es muy raro que ocurra, de una mamá infectada a su bebé durante el parto. Puede además causar tanto infecciones agudas como crónicas, pero en la mayoría de las personas se produce una infección crónica.

Con nuevos tratamientos, más del 90 % de las personas con hepatitis C pueden curarse en 2 o 3 meses, lo cual reduce el riesgo de muerte por cáncer de hígado y cirrosis. En la actualidad, no existe una vacuna contra este tipo, pero hay investigaciones en curso en esta área.

Hepatitis D: el virus de la hepatitis D se transmite mediante el contacto con sangre infectada. Se produce solo en las personas que ya están infectadas con el virus de la hepatitis B. Quienes no estén infectados con hepatitis B, pueden prevenir la D vacunándose contra la B.

Hepatitis E: Se transmite principalmente a través del agua contaminada. Sin embargo, las mujeres embarazadas que tengan hepatitis E están en considerable riesgo de morir debido a esta infección. Se presenta en todo el mundo, con la mayor cantidad de infecciones en el este y el sur de Asia. La mejor calidad del agua y de las condiciones sanitarias puede ayudar a evitar nuevos casos.

FUENTE: TN