En 2010, Google reconoció que autos empresariales que tomaban fotos para sus mapas digitales también interceptaban correos, contraseñas y otra información sensible enviada a través de redes Wi-Fi sin protección. A la intrusión se le conoció en tono burlón como “Wi-Spy”.Aunque Google insistió que no infringió ninguna ley, pagó siete millones de dólares en 2013 como parte de un acuerdo por las acusaciones hechas por 38 estados y el Distrito de Columbia por espiar ilegalmente en Estados Unidos.Google promete no utilizar al OnHub para monitorear la actividad en internet de los usuarios. La compañía todavía almacenará información personal enviada a través de la conexión de internet enlazada con OnHub cuando un usuario visite un motor de búsqueda de Google u otros servicios, como YouTube o Gmail, cuando los controles de privacidad estén establecidos para permitir la recolección de información.