Hoy, dos años después de la explosión, la joven se ve obligada a utilizar cánulas y filtros que la ayudan a respirar, pero que también le han quitado por completo la posibilidad de hablar. Como las secuelas del accidente son invalidantes, la chica recibió un certificado de discapacidad y cobra una pequeña pensión, pero este dinero no alcanza para costear los gastos de cánulas y filtros.Tamara, hermana de Rocío, contó que la familia se ve obligada a comprar todos estos elementos porque la obra social PROFE no le da cobertura o si los entrega lo hace a destiempo. "Rocío necesita cambiar el filtro con regularidad, especialmente durante los días con viento ya que esto le impide la respiración. Lo único que pedimos es que la obra social dé cobertura como corresponde", aseguró Tamara. Un tema aparta y muy conflictivo para la familia es que siguen viviendo frente a la bodega en donde se produjo la explosión. "Es muy difícil vivir acá porque a diario vemos que la bodega volvió a trabajar y que a nosotros nos cambió la vida para siempre", concluyó Tamara.