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Monseñor Lozano encabezó un Vía Crucis en el Penal de Chimbas

El obispo recorrió todos los pabellones con las 14 estaciones que reflejan el dolor de Cristo antes de su muerte.

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En la mañana de este viernes monseñor Jorge Lozano rezo el Vía Crucis en el Penal. Ayer fue la celebración de la Misa con lavado de pies.
El rezo del vía Crucis se hizo en todos los pabellones junto a internos alojados en cada uno de ellos. Fueron los mismos internos quiénes sostenían la Cruz.

La recorrida comenzó en el pabellón de presos de lesa humanidad, siguiendo por salidas transitorias, adictos, hasta máxima seguridad y pabellones de mujeres. También delitos federales.

Antes de terminar, monseñor recibió un obsequio, una artesanía elaborada por los mismos internos.

A continuación el texto de la Homilía de Lozano:

Contemplando a Jesús en su Pasión y Muerte nos miramos a nosotros. Y no porque estemos ante un espejo. Jesús no está crucificado por casualidad o con motivo de un error en el exceso de violencia. Los relatos de la Pasión nos muestran testigos falsos, un juicio fraudulento, un amigo traidor, un discípulo negador, una mamá que sufre, mujeres que se lamentan y acompañan hasta el final ...vos y yo.
Pero en el centro de la escena, Jesús. El soberano, el Rey, el que decide ir hasta las últimas consecuencias, movido por cumplir cabalmente su misión. Si nos preguntamos ¿de qué murió Jesús? Podemos responder que "murió de amor".
Él asume todo el dolor y el pecado del mundo y lo lleva a la Cruz. Hoy besamos la Cruz en nuestros Templos porque reconocemos que allí Jesús entregó la vida por amor a cada uno de nosotros.
Allí vemos reflejada la violencia contra la vida. Las heridas de las guerras. Los rostros desfigurados del dolor de los torturados. Los cuerpos flagelados de los perseguidos a causa de su fe. La indefensión y desolación de niños, niñas, adolescentes secuestrados para la explotación laboral o sexual, o para robarles los órganos. El fantasma oscuro de la desnutrición y la pobreza. La violencia de una mamá o un papá que no tienen para alimentar a sus hijos, o les toca la dura experiencia de llevarle al cementerio. Los suelos desertificados por la deforestación, los ríos contaminados y los peces muertos flotando en la orilla. Los ancianos y familias viviendo en las calles de las grandes capitales del mundo.. La violencia, la violencia y la maldita violencia que descarga sobre el bendito Inocente Jesús.
Pero la muerte no tiene la última palabra.
El rencor, el odio, la mentira, la injusticia, el egoísmo, la guerra...no triunfarán. Lograron cerrar los ojos de Jesús y colocar una piedra sobre el sepulcro.
Pero la vida y el amor del Padre pueden más...

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