Cómo se diagnostica
El primer paso para llegar a un diagnóstico es la sospecha clínica, donde el especialista interroga tanto a quien sufre el cuadro como a su pareja. Si durante el diálogo se desprende que el paciente presentó conductas sexuales sin recordarlas y sin haber consumido sustancias como drogas y alcohol, que pudieran alterar tanto su comportamiento como sus recuerdos, se recurre a una polisonmografía, un estudio empleado en la medicina del sueño que detecta parámetros electrofisiológicos como la actividad cerebral y los movimientos oculares mientras el paciente duerme.
El funcionamiento del cerebro durante la sexomnia es similar a la del dormir común o la de un sonámbulo cuando se levanta y arranca a caminar, lo que en terminología inglesa se conoce como sleepwalking. A su vez, el examen detecta la presencia de un sueño no REM.
En casos ideales, el experto indica que esta prueba debe estar acompañada por una videopolisonografía, es decir, una grabación de los movimientos realizados por el paciente durante ese lapso de tiempo. Si bien durante ese tiempo registrado el paciente puede no realizar conductas de tipo sexual, la cinta registrará con efectividad la presencia de movimientos lentos característicos de las parasomnias.
Cómo tratarla
El abordaje de esta afección está en progreso e involucra a varias disciplinas. Por ejemplo existen ensayos clínicos con el psicofármaco escitalopram. Pero para profundizar en el origen de estos episodios, se indaga a los pacientes desde una terapia psicológica.
Este trastorno requiere más exploración pero sí se conoce que es más prevalente en hombres que en mujeres y, en especial, en aquellos que hayan tenido antecedentes de sonambulismo o terrores nocturnos.
Fuente: docsalud