"Cuando le entregan la bebé a mi suegra ella ve que las manos estaban rojas e hinchadas con ampollas. Cuando pregunta, al principio nadie quería decirle nada, pero después se enteró que había sido por el caloventor que estaba en la misma camilla en donde la habían cambiado, en la sala que está al lado del quirófano", explicó Carla López, mamá de Naira.Su cesárea había sido programado con tiempo, pese a que ella le había manifestado a su ginecólogo la intención de parir de forma natural. "Me dijo que no iba a poder porque ya tenía una cesárea previa de mi hija que tiene 6 años", contó la mujer. El lunes estaba helado y, según cuenta Carla, no había calefacción en el quirófano ni en las salas. "Por eso prendieron el caloventor donde cambiaban a los bebés".