Marina, según Esperanza, sacó de "la cangurera" (riñonera), 10 dólares y le dijo: "Esto es lo último que me queda". Y le pagó. Gladys Stefanni, la madre de María José Coni, no le cree a Esperanza: dice que su hija no usaba riñonera. Cecibel, la dueña del hostel en el que se alojaban dice que las chicas jamás dijeron que les habían robado ahí. El relato de Esperanza es una pieza que encaja con la versión oficial de los hechos: que tomaron un taxi los tres a eso de las 20, que compraron en la tienda después.Marina y María José, según ella, fueron al almacén sin mochilas. Y Esperanza cree que ya habían dejado su equipaje en esa casa precaria: "Sí, porque cuando la chica de pelo negro compró algo para tomar, 'El Rojo' le dijo: 'Allá hay agua, como que ya habían ido a ese lugar y después vinieron acá". Después, dice, los tres caminaron hacia la casa amarilla por esta calle de tierra que hoy, después de una lluvia intensa, se convirtió en un barro pantanoso que llega a los tobillos. Si todo sucedió como dijo el hombre que confesó haberlas matado, después fueron a la casa y las chicas se quedaron solas. A la madrugada, los dos hombres volvieron borrachos, "el moreno" quiso abusar de ellas y, como se resistieron, las asesinó.