Hace 15 años Andrea hizo su primera inscripción en el Registro Nacional de Adopción y aunque la espera se hizo muy larga, nunca perdió la esperanza de ser madre. Hace cuatro años conoció y se enamoró de Víctor, un guardiacárcel de la U12 de Neuquén que supo desde un primer momento que ella no podía tener hijos biológicos y decidió seguir acompañándola en el proceso de la adopción.Para ser padres hicieron de todo, hasta se anotaron en el registro de Neuquén y aunque vivían en Allen alquilaron una casa en esa provincia por si eran seleccionados como padres adoptivos y tenían que recibir las visitas sociales. "No podíamos mantener las dos casas al mismo tiempo, íbamos y veníamos y no nos daba el bolsillo, entonces nos borramos de ese registro", recuerda Andrea, que es la dueña de la despensa Andy.Cuando Andrea y Víctor emprendieron el viaje hacia Posadas, Misiones, para conocer a los cuatro hermanitos que esperaban ser adoptados, en cada uno de los de los 2.100 kilómetros de distancia que tenían que recorrer fueron experimentando distintas sensaciones. "¿Nos querrán los chicos? ¿Nos aceptarán?", se preguntaban mientras la ansiedad y el amor por los pequeñitos iban creciendo. Para que Andrea y Víctor puedan viajar hubo una suma de voluntades que fortalecieron el acto de amor. La intendenta de Allen, Sabina Costa, los ayudó con el combustible, familiares y amigos de la pareja organizaron una venta de pollos para juntar fondos, adecuaron la casa y los jefes de Víctor le otorgaron la licencia que necesitaba."Llegamos al juzgado en Misiones, nos anunciamos y hasta la secretaria se puso a llorar de la alegría. Llegó el momento y nos presentaron a los chicos, al principio tenían vergüenza pero más tarde nos fuimos a un pelotero a jugar y ya no se querían despegar", señala Andrea al explicar cómo fue el proceso de adaptación que en Posadas duró 15 días.La bienvenida, el jueves pasado, fue una fiesta y una foto de la familia que se publicó en Facebook sirvió para que la radio y la televisión revolucionaran el barrio con la noticia.Los cuatro hermanitos, Milagros de 11 años, Braian de 9, Sabrina de 5 y María de 2, ya pasan sus días en Allen y mientras se van tejiendo los lazos de unión familiar, Andrea y Víctor confían en que con mucho amor los niños pueden sanar las heridas del pasado para soñar con un futuro mejor.El sábado por la noche Braian quiso cocinar su primer asado e invitó a sus tíos a comer. Él y Milagros, que eligió como madrina a la intendenta, se ilusionan con tener dos bicicletas para recorrer las callecitas del barrio. "Para nosotros fue una Navidad muy feliz. Ahora somos un familión", aseguró la pareja. (Diario Río Negro)