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No hay que forzar a nuestros hijos a dar besos y abrazos si no quieren

“Dale un beso a la tía” y frases como esta ponen a los chicos en situación de obedecer a toda a costa a un mandato de educación, aunque esto tenga como consecuencia desobedecer sus propios impulsos. Los niños son niños, pero tienen derecho a la libertad y a desarrollar su propio instinto de supervivencia. 

El hecho de que los niños sean –simplemente- niños (o por más simple que suene), para muchos significa que tienen menos derecho que cualquier adulto. ¿De qué estoy hablando? Muchas veces nuestros hijos son forzados a dar un beso (o un abrazo) cuando no quieren hacerlo. Parece una pavada, pero ¿acaso nosotros somos obligados a dar besos o a abrazar a personas que no queremos? Todos sabemos la respuesta. Entonces, ¿por qué los más pequeños sí están inducidos a hacerlo?

 

Un niño no es un maleducado por no querer besar. Más bien, está haciendo uso de su derecho de no querer hacerlo. Los chicos, aunque sean chicos, tienen la libertad de decidir cómo relacionarse, cómo crear vínculos, deben tener siempre el control de las elecciones en lo que a su cuerpo se refiere. De esta manera, ellos aprenden a cuidarse, a hacerse respetar. Demostrar afecto, ya sea con un beso o un abrazo, no debe ser nunca una obligación.

 

Como padres, debemos enseñarles a nuestros hijos a ser correctos y saludar gentilmente para adquirir habilidades sociales, pero no necesariamente tiene que haber contacto. Si no quieren besar (ya sea a extraños o conocidos) cuando saludan, es su decisión y es adecuada. No es recomendable que los presionemos, menos que menos por contentar o dejar conforme a una persona (ni los deseos ni las frustraciones de los padres deben ser heredadas por sus hijos): “Dale un beso a Doña Chola que si no se va a poner triste”. Jamás.

 

Si no lo sienten de manera natural, lo único que logramos es volverlos vulnerables al abuso y a otras conductas de complacencia sin darnos cuenta.

 

Explica Irene van der Zande, cofundadora y directora ejecutiva de Kidpower Teenpower Fullpower International: “Cuando forzamos a los niños a someterse al afecto no deseado para evitar ofender a un familiar o lastimar los sentimientos de un amigo, les enseñamos que sus cuerpos en realidad no les pertenecen porque tienen que dejar a un lado sus propios sentimientos sobre lo que se siente bien para ellos. Esto lleva a que los niños sean abusados sexualmente, a que las adolescentes se sometan a comportamientos sexuales para ‘que yo le guste’ y a que los niños soporten el bullying porque todos están ‘divirtiéndose’”.

 

Para los niños es fundamental aprender sobre sus preferencias y límites, ya que es la base para forjar su identidad, una vez adulto. Merecen respeto. No confundamos educación y modales con sumisión y acatamiento. Si nuestro hijo saluda a un tercero (familiar, amigo, etc.), por deseo o por educación, no implica que se convierta en una futura víctima de acoso. Pero si con nuestra insistencia obligamos al niño a acceder a tener contacto con alguien con quién no quiere, podemos llegar a adormecer ciertas conductas relacionadas con formas de defenderse en situaciones de riesgo, creando miedos e inseguridades.

 

Para enseñarle que un horno está caliente, no los exponemos al calor; para enseñarles a cruzar bien la calle, les enseñamos los colores del semáforo, no los largamos a la deriva del tráfico.

 

Del mismo modo tenemos que actuar cuando deseamos que nuestros hijos sean seres cordiales y educados. Enseñar sin exponer, así colaboramos a formar seres genuinos y seguros de sí mismos.

 

No anulemos la espontaneidad ni lo genuino de nuestros hijos. No hay nada más lindo que ver como nuestros hijos comienzan a manifestar sus sentimientos, a través de besos o abrazos, cuando ellos lo deseen.

Fuente: entremujeres