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Murió en extraño accidente y su esposa, 40 años menor que él, heredó 5 millones de dólares

La trama es de película: muere el anciano millonario en un accidente en la ruta y su mucama 40 años más joven –que manejaba el auto y se había casado con él– hereda una fortuna de casi 5 millones de dólares.

A partir de entonces se desata una trama de acuerdos, traiciones y amenazas que incluye abogados, investigadores, un sicario y un policía.

 

 La viuda termina presa y el dinero se evapora. El guión de esta historia no es parte de una telenovela ni del cine, porque pasó en la realidad, más precisamente en Mar del Plata.

 

Al morir, Reinaldo Andrés Bensi (82) dejó una fortuna que los abogados estiman en unos 70 millones de pesos. El hacendado legó el 20 por ciento del total a un abogado que durante años fue su mano derecha y el resto se lo dejó a su esposa, Susana Esquivel.

 

El patrimonio comprendía departamentos, vehículos, cultivos de soja, cabezas de ganado y un campo de 630 hectáreas de ricas tierras en El Triunfo, Lincoln, partido agro–ganadero situado en el noroeste bonaerense, cuya ciudad cabecera tiene 30 mil habitantes.

 

Pero lejos de lo que se podría suponer, la millonaria herencia convirtió la vida de la viuda “en un calvario”, según define Esquivel (42). En estos días se encuentra con prisión domiciliaria: está imputada de ser coautora del ataque a tiros que sufrió el abogado al que había contratado para que llevara adelante la sucesión.

 

“A mí me vieron como el botín, todavía es así –explica la mujer, en la primera entrevista que ofrece– y por alguna razón desde la fiscalía no investigaron como lo tendrían que haber hecho, quizá porque a muchos les convenía tenerme encerrada”. Esquivel denuncia que fue estafada y asegura que de la fortuna que heredó, “poco queda: menos del diez por ciento del total, y aún a cobrar”.

 

Antes de contar los episodios de tiros y estafas, Esquivel recuerda cómo conoció a Bensi. “Fue en el 2000, cuando empecé a trabajar para él como mucama. En el 2003 empezamos a tener una relación, como de amistad, y en 2007 nos casamos. El tenía 70 años, yo 30, a muchos les parece raro, pero él me respetaba, sabía escuchar y siempre andábamos juntos para todos lados”.

 

A mediados de 2014, la pareja iba por la ruta 226 camino a Pehuajó cuando volcó el auto que ella conducía. El 29 de junio, Bensi falleció en un hospital tras una larga agonía.

 

Unos meses más tarde, Esquivel comenzó una relación con el policía Miguel Angel Marote, a quien le firmó un poder de administración: el hombre podía disponer de todos sus bienes. Al mismo tiempo, procuró un abogado para que llevara adelante el trámite de sucesión y localizó a Carlos Castillo, el hombre que poco tiempo después fue atacado a tiros en su estudio.

 

Según la mujer, Marote y Castillo se cruzaron el primer día que se vieron: “El (por su pareja policía) me tenía de rehén, no me dejaba ir sola a ninguna parte, me controlaba el teléfono y había empezado a vender los animales. Cuando vio que Castillo lo podía frenar se puso peor”, cuenta Esquivel, y dice que no se animó a denunciar las agresiones que sufrió porque “amenazaba con matar a mi hija”, de una relación anterior a Bensi que la Justicia envió con su padre.

 

En un allanamiento tres meses después del ataque, Esquivel y Marote fueron detenidos. Ella quedó imputada por intento de homicidio y el hombre, por tenencia ilegal de armas.

 

“La investigación se frena en que Esquivel fue quien lo mandó a matar, pero no investiga el móvil, no avanza”, dice el abogado de la mujer, Máximo Sabater. “Las fallas en la instrucción del caso son tan ineludibles como el Río de la Plata para quien quiera visitar Montevideo”, apunta.

 

Mientras estuvo detenida en el Destacamento Femenino (ahora está con prisión domiciliaria), la heredera revocó el poder al policía Marote y cedió otro, tan amplio como el primero, al abogado Atilio Alonso. “Vendió todo”, acusa la mujer.

 

Según ella, le transfirió parte del campo de Lincoln en 28 millones de pesos, en marzo pasado, al grupo Grobocopatel. “Lo pagaron a precio vil –sostiene Sabater–, la hectárea tasada en 10 mil dólares la pagaron 4.500. Esquivel no vio nada de ese dinero. Luego supimos que Alonso y Marote eran socios”.

 

En un pedido de recusación de los fiscales (Eduardo Amavet dejó la causa y la tomó el fiscal Juan Pablo Lódola), luego desistido, la defensa de la viuda denunció un millonario acuerdo entre los abogados Alonso –cuando aún era apoderado de la mujer– y Castillo, la víctima, en carácter de indemnización, “y aportó datos para ampliar la investigación”, según confió una fuente del caso.

 

“Desde el comienzo intentan acabar con su patrimonio –dice Sabater– repartiéndoselo a modo de piratas y timadores”.

 

Fuente: clarin