"Nuestro sistema sensorial funciona perfectamente para las condiciones de la Tierra, pero si nos vamos fuera de nuestro 'barrio' las cosas se vuelven confusas. Hay que tener cuenta que todavía estamos en una civilización 'local'", ha señalado el experto en la entrevista. En este sentido, Oberg también es partidario de que estamos acostumbrados a interpretar fenómenos vinculados a un movimiento lento y que, cuando la velocidad de estos aumenta, acabamos desconcertados e intentamos explicar lo que sucede hablando de ovnis y extraterrestres.Para ilustrar su argumento, pone como ejemplo uno de los incidentes ovnis más famosos de los últimos años: el ocurrido el 25 de febrero de 1996. Aquel día se estaba tratando de poner en órbita un gran generador de electricidad de forma alargada llamado Tethered Satellite System (TSS-1R) cuando, debido a un fallo, se partió. En ese momento, y siempre según la leyenda popular, se pudieron ver una serie de objetos voladores no identificados desde la Tierra. En palabras de este experto, aquella jornada no hubo un ataque extraterrestre, sino que las luces que se vieron eran cristales de hielo que flotaban alrededor de una de las correas que sujetaban el objeto. Unas partículas que se desprendieron tras el incidente.A su vez, también añade el ejemplo de un suceso acaecido el pasado 7 de noviembre de 2015. Aquella jornada, se pudo ver en el cielo una rara estela luminosa en forma de cono que, inmediatamente, miles de personas asociaron con un ovni. Su explicación es mucho más realista. Oberg corrobora -tal y como explicó el gobierno- que aquel extraño punto del que salía un haz de luz era un misil Trident disparado por la Armada que soltó una estela que, a esa altura, es distinguida por el ojo humano con una forma de penacho. Como habitualmente la sociedad está acostumbrada a percibir las estelas en línea recta de los aviones, todo el mundo acabó desconcertado. Fuente: La Capital