Una mañana cualquiera la diseñadora Rachel Feinberg -recién recibida en la New School for Design at Central Saint Martins- subió al subte de Nueva York con tres bolsos y un abrigo de invierno. Buscó un asiento vacío y se sentó con un signo de alivio, cruzó las piernas y trató de acomodar su equipaje. Instantáneamente - cuenta en su página web- miró alrededor: los hombres del vagón tenían las piernas abiertas más allá del límite de su asiento y sus bolsos entre medio; y las mujeres, cruzadas o bien apretadas, con sus pertenencias sobre ellas.
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