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Desafiar al machismo: papás que son pares de las mamás

Se encargan de las labores domésticas y cuidan de los chicos. Toman esta actitud de manera natural, aunque no la hayan heredado. Nuevos hombres, nuevos padres.

Los tiempos en que la casa y los hijos eran responsabilidad exclusiva de la mujer quedaron atrás. Aunque es muy difícil desterrar ciertas ideas heredadas, son muchos los hombres que hacen gala de esta nueva manera de transitar juntos la familia. No se trata de ayuda, se trata de ir a la par. Aquí, el testimonio de cuatro padres que desafiaron al machismo.

 

Alejandro, contador y músico, es padre de una nena y un varón. “No me ayuda, él hace más y mejor que yo”, dijo su esposa. Cuando se casaron, ella trabajaba fuera de casa y él era freelancer; así, la mujer contó que cada vez que volvía al hogar, todo allí estaba en perfectas condiciones. Este padre de 41 años se ocupa de todo y, además, tiene un plus que Alejandra destacó: “Desde hace un tiempo largo empezó a cocinar todas las noches, mucho más gourmet también”. Alejandro ayuda a los chicos con las cosas de la escuela –“tiene más paciencia”-, va a las reuniones de padres y llama a las madres de los otros estudiantes para pedir la tarea cuando sus hijos faltan. Cuando eran más pequeños, bañarlos era su exclusividad, era su momento de conexión. Cuando le consultan asombrados por su modo de colaborar en el hogar, él responde: “¡Pero son mis hijos!”. La conclusión de Alejandra es taxativa: “Es el marido ideal… es infinitamente el mejor compañero que jamás podría haber tenido”.

 

Martín es periodista, tiene 37 años y un hijo de 2. En su casa no hay tareas femeninas ni masculinas: todo se hace en conjunto. Desde el momento en que formó pareja la limpieza, las compras y toda la organización de la casa quedó en manos de ambos. De hecho, cuando los horarios lo permitieron fue él quien más se hizo cargo de preparar la cena y dejar la casa en orden. Él lo resumió de esta forma: "A la mañana me ocupo de la casa: lavo los platos de la noche anterior y dejo la cocina limpia, hago la cama, barro los pisos y, si el clima lo permite, pongo a lavar la ropa. También ordeno todos los juguetes que deja tirados Manu, mi hijo. Luego le doy de comer y lo llevo al jardín”. Su esposa comentó que cuando Martín se convirtió en padre, lo único que no hizo a la par de ella fue lo que la naturaleza no permite: amamantar. En el resto de labores, siempre estuvo dispuesto a todo. Bañar al bebé, cambiarlo, cocinarle cuando comenzó a comer sólidos, quedarse con él para que ella pudiese dormir un rato y acompañarlos siempre a cada consulta médica. El hombre en cuestión aseguró que esto no fue consecuencia de su casa materna, ya que no recuerda haber visto a su padre colaborar de esta forma. Para él, todo se dio de manera natural; no fue su pareja quien se lo pidió ni la consecuencia de un conflicto: siempre supo que en ese hogar las cosas se resolverían de a dos.

 

Por su parte, Adriano, un arquitecto de 36 años que tiene dos hijos, también normalizó el hecho de hacer todo de a dos. Junto a Laura, maestra jardinera, acomodan sus tiempos para lograr un equilibrio que les permita organizarse y disfrutar de los chicos. “Se dio naturalmente porque yo tenía esa idea, de qué clase de padre y marido quería ser”, dijo mientras aclaró que su padre, “nada que ver”. Entre el reparto de sus tareas, mencionó: “Soy prácticamente el dueño de la cocina, el 90% de las veces cocino yo. Ella es la dueña de la bacha, lava los platos el 90% de las veces”. En cuanto a la “limpieza, también está dividido casi en partes iguales: un día cada uno”. Finalmente, Adriano agregó que ninguno de los dos aplica para la quita de arrugas en la ropa: “Lo que no nos dividimos bien es el planchado, no lo hace ninguno”. Y bromeó: “Estamos esperando que el mayor, que tiene 3 años, aprenda”.

 

Alejandro tiene un solo “no” en su conducta hogareña: la cocina no es su territorio. Padre de tres hijos –hoy todos adultos-, participó siempre en las labores de la casa a la par de su mujer. Con 46 años, este empleado de un laboratorio, tiene entre sus tareas diarias el lavado de ropa y platos y la limpieza. Así, junto a su mujer, ama de casa, distribuyen las labores. Aunque ella esté en la vivienda, él sintió que era juntos como debían afrontar esas obligaciones, sin que su esposa tuviera la necesidad de pedirlo.

 

Fuente: entremujer