La oficina forense del condado identificó erróneamente el cuerpo y lo confundió con el de otra persona. Iniciarán acciones legales contra el organismo.
Once días después de enterrar a su hijo, Frank J. Kerrigan, de 82 años recibió un llamado que lo cambió todo. Al otro lado del teléfono alguien le decía que en realidad su hijo no había muerto, que en realidad su hijo estaba vivo. Frank J no lo creyó, hasta que segundos después una voz despejó cualquier duda: "Hola papá".