No hay plantas, nadie puede cultivar nada y hay tierra suspendida en el aire. Esa es la primera impresión que los visitantes se llevan de Bermejo, un pueblo caucetero de 1.000 habitantes que debe vivir con cuatro horas de agua por día: dos en la mañana y dos en la tarde. El problema que aqueja al distrito es que las vertientes se secaron. Además, el tanque que abastece a la población está lleno de sedimentos.
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