Las condiciones en las que fue encontrada dentro de la maleta, con dos mudas de buena ropa en una mochila y vistiendo jeans, chaqueta y gorro, llevaron a las autoridades a descartar la posibilidad de que se tratara de una niña en situación de calle, pero ningún intento por identificarla o encontrar a alguien relacionado funcionó.
Hicieron un retrato hablado y lo pusieron a circular para ver si alguna persona la reconocía; consultaron a todos los vecinos para ver si alguien se había percatado de quién había dejado la maleta ahí; hicieron exámenes de ADN cruzados incluso con niños desaparecidos en el exterior y nada ocurrió, consignó El Universal.
Las autoridades esperaron un año la aparición de un familiar que nunca llegó, para despedir definitivamente a la menor y entregarle su eterno descanso de manera oficial y de acuerdo a las creencias religiosas.
El presidente del Tribunal Superior de Justicia, Édgar Elías Azar, fue quien se encargó, de alguna manera, de ‘apadrinar’ a la pequeña. Ordenó que el cuerpo permaneciera en el instituto de ciencias forense hasta agotar todas las opciones y así evitar que la niña terminara en una fosa común, pero los plazos se agotaron.
“Ángela representa a todos los niños en el desamparo. No la buscaremos en una urna o un cementerio. Representa a muchos niños y jóvenes violentados que no tienen suerte al venir al mundo y que éste se hace hostil para ellos. Ángela ha estado muy sola y hemos tratado de procurarle un cobijo póstumo, que tal vez no tuvo en vida”, señaló el juez en su discurso al despedir a su pequeña ‘ahijada’ que finalmente y tras un año de esfuerzos sin beneficios ni resultados fue sepultada en el panteón Parque Memorial en Naucalpan de Juárez.