“A veces -agregó- te pasás la vida saltando de una cosa a otra, pero esta historia llegó en el momento justo donde tengo la disponibilidad para concentrarme sólo en ella, porque la quiero contar a fondo y disfrutarla, nada que ver con esas situaciones donde vas a una sala y te das cuenta que los pobres actores tratan de sacarse el texto de encima”. Un bombero y un señor extranjero son dos de los roles que encarna Arana durante “En el aire”, inmersos en una dramaturgia donde confluyen recuerdos de pueblo, fantasmas y duendes, en un clima emotivo. La platea femenina -las mujeres son mayoría durante las funciones- se deja seducir con acordes de saxo en vivo. “Se trata del mismo instrumento que tocaba en el subte, así desde el escenario hago un mimo, un guiño hermoso al chico de 20 años que fui, a cuando era una página en blanco repleta de preguntas fuertes sobre mi futuro”. “De mis tres roles (incluye al personaje de locutor) en escena no puedo afirmar cuál de ellos funciona como un verdadero alter ego, en realidad mi otro yo está conformado por toda la obra, el relato tiene la capacidad de representar maravillosamente mi vida, mi trabajo”. “Este año corto con la tele, ya estoy trabajando en el material de mi segundo disco, el teatro me permite grabar durante el día y necesito dedicarle tiempo, me espera también un viaje ya programado y luego a presentar las canciones”, cuenta sobre los periplos que atravesará en un 2016, en principio lejos de la pantalla chica. “Por ahora, desde lo actoral, sólo necesito esto, es el cuento que necesito y disfruto de contar. Fui muy afortunado de conseguir estar presente en cada paso del proceso creativo de la pieza, alrededor de cuatro meses, y esto me conecta al texto de un modo especial”, precisa con tono de placer quien se define como, “un joven adulto”.