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Emocionante: Mirá cómo un grupo de enduristas salvó a un potrillo que se estaba ahogando en el barro

Cuatro hombres salieron a recorrer la zona que separa Nikizanga de San Expedito en Caucete. Allí encontraron a un joven animal al borde de la muerte. Entre todos lo salvaron ante la mirada agradecida de su madre.

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Un joven potrillo, con pocas horas o tal vez días de vida, cayó en un pozo de barro en el medio del desierto de Caucete. Su madre intentó sacarlo sin éxito y justo cuando los dos animales se estaban dando por vencidos, llegó un grupo de 4 enduristas que estaba recorriendo la zona y entre todos lograron sacar al animal.
Aún conmovidos por la vida que acababan de salvar contaron a sanjuan8.com cómo fue el rescate de este animal, que ya se estaba entregando a una muerte casi segura.

Federico Vicentela, uno de los enduristas que participó del rescate, contó que todo pasó en la zona de desierto que separa la localidad de Nikizanga del paraje de San Expedito. Vicentela fue el primero en ver al animal enterrado en el barro. "Yo iba en mi cuatri adelante y vi al caballito enterrado que ya tenía el hocico en el barro y casi no podía respirar", aseguró el deportista.

En ese momento, Vicentela vio que la madre del potrillo se le venía encima de manera amenazante, como una forma de "cuidar y defender a su cría". El deportista contó que la yegua lo persiguió por casi un kilómetro.

Mientras tanto, sus tres compañeros de travesía, quienes venían en moto, aprovecharon que la yegua se fue para tratar de acercarse al caballito.

Fue así que los tres hombres intentaron de diferentes formas sacar al animal, hasta que lograron hacer una cadena humana y llegaron a tomarle las patas. Después de más de 40 minutos de hacer fuerzas y tirar "con todo" lograron sacar al animalito que estaba tambaleante y medio asfixiado.

Pudieron pararlo y luego le dieron agua, y le limpiaron un poco el hocico, mientras su madre los observaba desde lejos y aún con algo de recelo.

Después de unos minutos de espera, la yegua se acercó a buscar a su hijo y con su cuerpo lo fue guiando hasta una zona en la que había un improvisado corral.

Después de esta experiencia, los enduristas siguieron felices su camino. "Es que no siempre se tiene la posibilidad de salvar así una vida", aseguró Vicentel, al rememorar la tarde que pasó en medio del ardiente desierto de San Juan.

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