Una de las historias asegura que allí aparecen y desaparecen niños como por arte de magia, que se escuchan voces, sonidos y movimientos inexplicables. Uno de los episodios sucedió el 25 de julio de 1993, poco después de que Bolivia le ganara por 2 a 0 a Brasil en las eliminatorias sudamericanas. El administrador del estadio ve niños corriendo dentro del predio y pide a un empleado que los haga salir. Los niños ya no estaban. El estadio solo tiene una salida, y nunca nadie los vio pasar por allí.
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