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El drama de la argentina que no puede salir de Egipto y que sufre violencia de género por parte de su marido

Carolina Pavón contó detalles del calvario que tuvo que vivir al lado de su marido. Desde el año pasado que quiere divorciarse y volverse a la Argentina pero las leyes del país de Medio Oriente no se lo permiten. "Acá es normal que los hombres les peguen a las mujeres, que la traten como dueños. La vida de las mujeres valen la mitad que la de un hombre", dijo.

Carolina Pavón, la mujer varada en Egipto luego de querer separase de su marido por sufrir violencia de género, contó detalles de la relación que tenía con su pareja quien, luego de un año de relación "se convirtió en un ser violento". "Tuve que adaptarme a una nueva vida, a una sociedad machista que me obligó a cambiar de ropa. La religión musulmana reprime derechos que son elementales en Occidente. De pronto mi esposo comenzó a ponerse violento, no me dejaba salir de la casa, me golpeaba, maltrataba, considerándome de su exclusiva propiedad", contó la mujer quien aseguró que en Medio Oriente es "normal" que los hombres maltraten a las mujeres.

"Cuando volvimos a Egipto y yo llevé a mi abuela a vivir con nosotros, él empezó a decirme que no tenía tiempo para él, que me la pasaba cuidando a mi abuela y a mi hija (la mayor), que cómo era posible que no lo atendiera. Y empezó a maltratarme y golpearme", dijo la mujer en declaraciones a minutouno.com.

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Carolina contó que no toleraba la situación y las cosas cada vez estaban peor. "Me obligó a tener otro hijo porque allá los hombres hacen lo que quieren con las mujeres. Así nació Yuliana", relató a este portal. Sobre la posibilidad de hacer una denuncia frente a tanta violencia, Carolina contó que "lo intenté. Pero para que te tomen la denuncia tenés que tener dos testigos (hombres) que sean ajenos a la familia o cuatro mujeres, también extraños. El problema es que los actos violentos siempre son en el hogar y el relato de mis hijas tampoco valía", explicó.

En 2013, su marido, Mahmoud Mohamed Mahmoud Ahmed Tarfa, se quedó sin trabajo y decidieron ir a probar suerte nuevamente a Argentina: "Sentí que allí terminaría el calvario, estaría con mi gente, otras reglas, no podría hacer lo que quisiera. Pero no fue tan así". Mahmoud no logró adaptarse a la vida de Occidente y volvió a Egipto en septiembre del 2014. "Como las chicas estaban terminando el ciclo escolar, nos 'ordenó' que volviéramos a fin de año, pero no lo hice y comenzó a amenazarme con contactos árabes en la Triple Frontera". Sin embargo, a pesar de que su decisión estaba firme, había algo que la hizo volver a Egipto: sus hijas. "Ellas no estaba bien, querían volver a su país, a su religión. Yo me crié sin papá, no quería que ella pasara por lo mismo. Les dijo que íbamos a volver, pero que si su papá me volvía a pegar, yo me iba", contó a minutouno.com. "Mi marido puso una restricción para que no vea a mis hijas".

Fue luego de una situación muy violenta que decidió tomarse una caja de pastillas Alplax de 2 mg. "Quise matarme, no quería ser ese ejemplo para mis hijas. No quería que tuvieran una mamá que no hacía nada por la violencia ejercida por su padre. No quería que crecieran pensando que eso era normal, no soporté más. Mis hijas me gritaban y me decían que no me muera, que vomitara", sostuvo la mujer. En medio de la trágica escena, Carolina cuenta que su marido agarró a las nenas y les dijo: "Ven, así quieren las mamás de Occidente, prefieren morirse que vivir con sus hijas".

Carolina, medio adormecida, vomitó todo lo que pudo y se recuperó por ellas. "Ese fue el último episodio que soporté. Mis hijas no querían venirse conmigo y me fui. Afortunadamente me contacté con una familia con la que me estoy quedando mientras puedo solucionar el tema del divorcio y volverme a mi país. Pero mi marido no quiere, él no me quiere firmar nada y ya me puso una restricción para salir del país y ver a mi hijas", explica y ruega a las autoridades argentinas que tomen cartas en el asunto. La última vez que vio a sus hijas, de 11 y 7 años, fue en Diciembre, a la salida del colegio. "Las quise abrazar, pero ellas me rechazaron. Me dijeron que estaban enojadas porque no volvía a la casa. Les dije que está mal que papá le pegue a mamá y me respondieron que la abuela se deja pegar por el abuelo. Además, me dijeron que estaban decepcionadas porque no tenía el velo puesto. Fue muy angustiante, pero es lo que les metieron en la cabeza" dice Carolina. "Ahora tengo que pelear por volver a mi país, esta situación no la voy a poder tolerar mucho tiempo más. No puedo ni trabajar oficialmente con la restricción que me puso", señaló. Carolina contó que dos políticos, de quienes no pudo especificar el nombre, se pusieron en contacto con ella para seguir su caso y ver de qué forma pueden ayudarla desde Argentina.

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