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El día que allanaron Drogas llegales: la consternación y la tristeza contada por el Jefe de esa dependencia

El derrumbe de una de las sedes policiales más importantes de la Fuerza. La mañana en la que tres de sus 20 efectivos quedaron vinculados a una presunta red de narcotráfico. La salida del comisario Carlos Avellá y los momentos dramáticos que fueron noticia nacional. 

Eran las 6.40 de la mañana del jueves cuando un auto de Gendarmería irrumpió en la sede policial de Drogas Ilegales. En el lugar, el comisario Carlos Avellá trabajaba junto a dos efectivos. Por una de las ventanas, vieron llegar a paso presuroso a los gendarmes que traerían dos malas noticias.

En la mano de un uniformado, una orden judicial firmada por el juez federal Leopoldo Rago Gallo. En el auto, el segundo jefe de la DDI, Rolando Narváez, esposado. El silencio y la tensión revistieron el momento. Avellá miró anonadado a su subjefe y alcanzó a preguntarle: “Qué pasó, qué hiciste”, pero él sólo respondió “que estaba todo bien, que no había hecho nada”. Luego, quedó incomunicado. 

Ante la mirada desconcertada de sus compañeros, el comisario dio paso a los empleados de Gendarmería para que requisaran la oficina del implicado y puso a disposición todo el lugar para que sea observado. “Sentí tristeza, bronca, angustia, todo junto. Es muy difícil que de repente venga a allanarte a vos, a tu familia, después de todo el trabajo y el esfuerzo que hemos venido haciendo a lo largo de estos dos años; dejando de lado, muchas veces, a la familia por amor a la institución. Fue muy duro para nosotros todo lo que pasó. Los que no tenían que venir a trabajar lo hicieron. Estuvimos todos juntos, golpeados pero laboriosos. Porque mientras se realizaban todas las medidas judiciales, mientras todos tenían los ojos puestos en nosotros, no paramos de trabajar. El personal siguió haciendo lo que tenía que hacer. Trasladando detenidos, realizando sumarios etc. Me duele mucho todo esto”, el comisario que, por cuestiones protocolares fue removido de su cargo, eligió sanjuan8.com para hacer su descargo. En medio de la angustia y la impotencia, contó detalles desde adentro. “No es fácil ser policía y menos trabajar en drogas ilegales”, aseguró.

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Una división desmoronada por tres sospechosos

La División de Drogas Ilegales está compuesta por 20 efectivos. Tres de ellos quedaron en el ojo de la tormenta este jueves luego de una investigación por narcotráfico que se convirtió en escándalo nacional.

El subjefe Rolando Narváez y los sabuesos Lucas González y Eduardo Pérez fueron detenidos a disposición de la Justicia Federal por presunciones que cayeron sobre ellos en una causa por una supuesta asociación ilícita con comercialización de estupefacientes.

Si bien, la causa aún no tomó forma (y no trascendió la carátula provisoria) hay sospecha de que los uniformados de la policía sanjuanina liberaban zonas y aportaban ayuda para lograr que el narcotráfico opere con éxito en la provincia.

El jefe de Drogas aseguró que “nunca hubo un indicio dentro de la dependencia que hiciera sospechar sobre malos pasos de los integrantes de la Fuerza”. “Era la primera vez que trabajaba con Narváez. Siempre cumplió con mis pedidos, nunca mostró ninguna actitud extraña. Yo entré a su oficina mil veces y no había olor en el lugar, algo que hiciera suponer que ahí ocultaba estupefacientes. No vi ni sentí nada raro”, aseguró Avellá.

La mañana que Gendarmería allanó el despacho del subjefe – que permanecía bajo llave- no encontró drogas ni dinero en efectivo. Se llevaron archivos personales, papeles, libros, notebook, un chip entre otros elementos. “Nadie podía creer lo que estaba pasando”, aseguró el comisario, aún con tristeza en la voz. “Yo les decía que no había que casarse con nadie menos con estas personas que están en este tipo de flagelos”, remarcó.

Narváez tenían varias funciones en la dependencia pero eran más bien relacionadas con el personal. Licencias, guardias, turnos, manejo de planillas etc. Nada extravagante como para suponer posibles maniobras raras. “Pero yo no puedo estar detrás de mis 20 efectivos para ver qué hacen de su vida, de manera privada”, confesó su superior quien hasta ahora lamenta lo ocurrido con su segundo. “Sólo pienso en su familia, cuando lo vi detenido pensaba en ellos”.

La salida obligada de Avellá, en su mejor momento

La brigada antidrogas estaba a punto de ser engalanada con más equipamiento. Es que días antes de lo ocurrido fue el mismo gobernador Uñac y el ministro de Gobierno Emilio Baistrocchi quienes prometieron equipar a la fuerza y duplicar la cantidad de efectivos para trabajar. El clima en la DDI era óptimo. Estaba todo dispuesto para engrandecer aun más la labor y seguir creciendo.

Pero el resultado de un entrecruce de llamadas valió como prueba para desplomar esta dependencia. Con una trayectoria que data de más de 20 años, habiendo pasado por la jefatura de las seccionales 1ª, 3ª, 4ª, 29ª; desplegando conocimientos en la división Homicidios y hasta siendo custodio de la gobernación; el comisario Carlos Avellá se despidió de dos años de labor intachable por errores ajenos y presunciones contra sus compañeros que obligaron a cerrar su ciclo. “Estoy tranquilo pero con sensación de amargura. No es fácil digerir esta situación porque todo lo que se vino haciendo quedó embarrado. Se nos abría un abanico grandísimo para trabajar. Éramos una familia con muchas pilas”, lamentó.  

Antes de comenzar a hacerse cargo del Comando Radioeléctrico, su próximo destino, agradeció a las autoridades gubernamentales y al juez que reconocieron su labor. También le pidió a la comunidad que no señalen con el dedo a todos los policías porque no todos merecen ser manchados. “Estoy tranquilo por el resto de mi equipo, porque sé que hicieron las cosas bien. Les pido a sus familias que no duden de ellos. Ahora yo me voy, pero mi conciencia se va sana”.