Disfónico, con un fino hilo de voz, y ahogado en sus propias lágrimas, el carnicero Daniel Oyarzún enfrentó las cámaras que lo esperaban en su casa luego de ser beneficiado por la Justicia con una "excarcelación extraordinaria".
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Disfónico, con un fino hilo de voz, y ahogado en sus propias lágrimas, el carnicero Daniel Oyarzún enfrentó las cámaras que lo esperaban en su casa luego de ser beneficiado por la Justicia con una "excarcelación extraordinaria".